Artículo publicado en el blog Bestias Posibles, coordinado por Agustín J. Valle.
El tono de flexión, precede al de extensión, por eso pasamos de estar en una posición parecida a la de la letra C, a desplegarnos, extendernos.
Plegarse es tan importante como desplegarse, para tener un despliegue pleno se ha de haber experimentado el pliegue profundo.
La sensación de plegarse nos trae una sensación de protección o quizás por sentirnos desprotegidos vamos a esa posición.
A veces olvidamos que somos un bicho más en esta tierra, al plegarnos nos hermanamos con los bichos bolitas y con cualquier otro insecto o planta que ante una amenaza se cierra.
Cuando nos plegamos es como si nuestra cabeza y sus sentidos quisiera bajarle el volumen a nuestras percepciones, quizás escuchando más nuestros pulsos internos, puede ser también una posición de descanso, plegarnos y hacernos un ovillo como los gatos, para hacer una siesta o saborear una sensación, algo que no queremos que se escape de nuevo al mundo.
Desplegarse tiene que ver con el tono de extensión, las extremidades se alejan de nuestro centro, la atención va hacia el mundo.
Los primeros despliegues, son una buena noticia en cómo vamos avanzando y creciendo en las posibilidades de movernos y conocer el mundo.
Si los adultos que nos cuidan y sostienen se animan es posible que hayamos explorado un soporte en nuestra panza, nos hayamos desplegado y vivenciado nuestros primeros vuelos.
Muchas veces desplegarse trae alivio, como desperezarse, puede traer alegría, desplegarse lleva muchas veces a dar bocanadas de aire.
Desplegarse sobre la arena, el pasto o la tierra, la delicia de desplegarse sobre algún apoyo en el centro nos puede dar la posibilidad de sentir el viento y el viaje en el espacio.
Imagen: Heinrich Vogtherr the Elder