Artículo publicado en 2022 en Revista Rea.
Una vez escuché a un bailarín decir que ni el bailarín, ni el deportista más profesional entrenaba tantas horas al día como lo hacemos en nuestros primeros años de vida. Nos movemos para conocer el mundo, para aprender a caminar.
En ese tiempo en que aprendemos a caminar se desarrolla el alfabeto de movimiento que subyace al resto de nuestros movimientos.
Olvidamos la osadía que implicó aventurarnos a dar nuestros primeros pasos, la gestión de nuestro equilibrio, la transferencia de nuestro peso de un pie a otro, el diálogo con la gravedad y con la verticalidad.
Hay autores que piensan que aún no estamos del todo adaptados a estar sobre nuestros dos pies. A medida que vamos creciendo muchas veces vamos perdiendo vitalidad, curiosidad. Quizás algunos de nuestros movimientos se automatizan, pierden sentido. ¿Podremos recuperar algo de nuestra vitalidad? ¿Nos movemos con curiosidad?
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En el encierro de la pandemia encontré que caminar me ayudaba a mantener un poco de cordura. El movimiento para mí es más que mi oficio o mi hacer, es mi manera de estar en el mundo, de vincularme con los otros. El caso es que salía, bolso de compras en mano, a veces hasta dos veces al día.
En contraste con el encierro, caminar era recuperar algo de libertad y amplitud de movimiento, era ver que las cosas seguían ahí familiares y extrañas a la vez. Caminar también movía mi atención, mis pensamientos, me daba una sensación de continuidad de la vida que se ve que precisaba para seguir.
Dos años después de ese encierro mantuve el hábito de caminar y pude empezar a ampliar mi observación hacia otros detalles de cómo caminaba.
Como bailarina muchas veces había estudiado la acción de caminar, pero ahora había entrado en un nuevo hábito. Con un entusiasmo renovado pensé en abrir la invitación a otrxs.
Respirar, ver hacia donde va nuestra mirada, sentir cómo es el apoyo de nuestros pies en las diferentes texturas, percibir el movimiento de nuestras mitades pélvicas son algunos de los focos que exploramos.
El modo de caminar es muy identitario y quizás por eso sea fuerte percibir que caminamos de otra manera y por tanto que nos inquiete un poco. Es interesante para mí entrenar nuestra observación en un entorno (el parque del Mercado del Patio, por ejemplo) que tiene muchos estímulos. Creo que ahí hay un desafío: cómo respirar y estar conectados en una ciudad.
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Caminar es una acción compleja, de tan cerca y cotidiana se invisibiliza. Caminamos como podemos. Hay algunos autores que dicen que aún no estamos totalmente adaptados a estar sobre nuestros dos pies.
Caminar es gestionar esa verticalidad en movimiento. En el caminar y en el estar de pie se puede ver cómo cada uno dialoga con la gravedad. Si estamos colapsados, si reaccionamos excesivamente.
Ese diálogo con la gravedad tiene un plano emocional, quién no ha sentido ante la angustia que le cuesta trasladarse y seguir en movimiento. Caminar es transferir el peso, pero para transferirlo primero debemos ceder nuestro peso hacia la tierra.
Estar con los pies apoyados en el piso no garantiza que estemos cediendo el peso hacia la tierra. Generalmente no nos dejamos sostener por el piso, hacemos esfuerzo demás, no cedemos.
Como no cedemos el peso, no tenemos apoyo desde donde empujar para dar un paso. En el caminar la transferencia de peso pasa de una mitad a la otra del cuerpo, una pierna “se vacía” de peso para poder avanzar. Esa pierna libre debería descansar en ese momento, una vez más trabajamos excesivamente. Esa pierna sigue en actitud de trabajo.
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En las primeras caminatas con otrxs observo que tener los pies apoyados en el piso no garantiza que estemos soltando el peso de nuestro cuerpo en el piso. Trabajamos de más, o quizás tengamos dificultades en cómo graduar, cuándo activar y cuándo descansar.
Esto se ve muy claro en la pierna que queda atrás, hay un momento en que podría renovarse, descansar y sigue en actitud de trabajo.
Otra cuestión que aparece es qué hacer con nuestra cabeza: ¿dónde ubicarla? ¿dónde va nuestra mirada? ¿cómo se mueve cuando caminamos? ¿podemos respirar y caminar?
Hoy al terminar la caminata hablamos acerca de lo diferente que es caminar cuando queremos ir hacia donde vamos. El deseo orientando la dirección de nuestros movimientos.