2023
Apuntes de clases (336)
Hace tiempo que tengo la sensación de que tengo algún tipo de relación, de comunicación con las cosas inanimadas.
Me pasa cuando la impresora «huele» que tengo que imprimir algo importante y se rompe, o cuando veo algo de cómo estoy en la disposición de los objetos, en el orden o el desorden, como si algo de mi cuerpo se permeara a mi kinesfera más cercana, a mi casa.
Ni hablar con los movimientos y los accidentes domésticos.
Hace unos meses atrás necesité acompañar un cambio interno con una gran limpieza de objetos que no usaba más, entre esas cosas saqué adornos que eran como un rastro arquelógico afectivo de otros tiempos, de vínculos que se los llevó el viento.
Como muchas veces, me percibo lenta en las transiciones, en este caso la vuelta de mis vacaciones y poner en movimiento proyectos.
Quiero terminar de escribir una idea para lo que quizás sea un trabajo, avanzo casi de a un renglón, cada vez que me siento a escribirlo, pensarlo, busco material, con la interminable sensación de que antes tendría que leer, releer, seguir buscando.
Noto un ligero cambio, no me angustio por no estar haciendo eso que debería, confío en que a medida que vaya aterrizando voy a lograrlo.
Entre esas lecturas vuelteras me volví a encontrar con una idea que insiste: la percepción tiene mucho de creación.
Recuerdo lo intenso que fue la primera vez que advertí los alcances que tenía, sin darme cuenta venía pensando de manera muy simple cómo funcionan los sentidos y la percepción.
Así como tenemos hábitos de movimiento, tenemos hábitos perceptuales.
No percibimos el mundo como es, hacemos un recorte,posamos la mirada y la atención en algunas cosas del vasto universo de cosas, y en esa selección a veces perdemos de vista, olvidamos que es un recorte creativo, parcial, subjetivo.
Aprender a movernos es entre otras cosas un experimento de interactuar dialogar con el entorno: ensayamos, probamos, vacilamos, tropezamos, tenemos síntomas, nos movemos con más gracia o más torpeza, sentimos que fluimos o que estamos estancados.
Ahora pareciera que ese diálogo está íntimamente relacionado a cómo percibimos y sentimos.
Si las experiencias de movimiento no modifican algo de esas matrices perceptivas el movimiento puede ser inmenso, desplegarse y desarrolarse en el mundo y permanecer de la misma manera.
Necesitamos cierta previsión de los movimientos y sus resultados para la supervivencia, pero creo que a veces exageramos y nos volvemos demasiado conservadores y conocedores del mundo.
Ahora que lo pienso,lo que insiste quizás sea una pregunta por el cambio y por la ilusión de movimiento que a veces siento.
Apuntes de clases (335)
Leí una entrevista a Helena Bonham Carter.
Es una actriz que siempre me gustó, me parece muy bella en su rareza, la bajada de la nota decía «El colágeno no es la única forma de sensualidad».
Quizás por tener más tiempo libre me quedé pensando en las palabras de Helena: ¿estaría diciendo que el colágeno es una forma de sensualidad?.
En otra parte decía que jamás había renunciado a ser ella misma, como si ser una misma fuera algo sin opacidades, ambigüedades y enigmas, leerla me hizo retomar una idea que me cautiva: el paso del tiempo en mi cuerpo y en el de los otros.
Para quienes trabajamos con nuestros cuerpos de manera tan detallada hay una mirada y una atención en nuestro cuerpo ( que a veces puede ser excesiva) que hace advertir detalles, lo micro, cómo comienzan las cosas que luego se irán expandiendo de una manera que no es para nada previsible.
El cambio en la flexibilidad de una falange, la poca movilidad de un tejido, algo que va mutando y quizás nunca vuelva a moverse como lo hacía.
Cuando alguien me dice como piropo «qué bien te conservás» se me viene la imagen de una conserva de ajíes amarillos, creo que tengo un poco de miedo a ser conservadora, temo que eso me reste flexibilidad y movimientos vitales.
Por el algortimo, que a esta altura creo que sabe hasta lo que pienso me llegó ese video tik tok de Madonna, uno en el que está irreconocible, con un rostro muy siniestro, casi sin movimiento.
Me apenó no reconocerla, pero me imagino que debe ser difícil envejecer siendo Madonna.
De niña noté que la vejez era un problema, sobre todo de las mujeres.
Veía a mi abuela Elsa pasarse una especie de maquinita, como un maseajeador que le había traído una sobrina de Canadá.
La observaba atentamente pasarse las cremas, primero en su cuerpo y luego ese ritual que me resultaba fascinante de la cara.
La parte que más me gustaba era cuando me pasaba crema a mí y me decía que no me riera tanto que iba a arrugarme, tendría diez años y me llegaba su preocupación por el deterioro y sus mimos.
Otra escena que vuelve es en la casa de mi abuela Lidia, otra de las tías vendiendo productos Reino de algo se llamaban, la recuerdo diciendo que ella se ponía embrión de pollo en la cara, nos recuerdo riéndonos con mi prima y mi hermana me asombraba su cara muy arrugada certificando la eficacia del producto que vendía.
No sé, hemos revisado tantas cosas, pero nadie quiere envejecer,hablar de los cambios hormonales, de sequedades, de cómo se va teniendo otro cuerpo, de qué pasa con la sexualidad en la vejez, todo se mueve pero ese miedo sigue intacto, tabú.
No queremos enterarnos de la única confirmación que tenemos.
En tiempos de si lo intencionas, te focalizás y te esforzás lo suficiente sucede, me pregunto si podemos hacer y tener todo lo que queremos, qué es lo que esto nos trae y cómo nos vincula con los otros.
2022
Apuntes de clases (334)
En una de mis caminatas encontré una hoja de un diccionario enciclopédico, el color amarillento, la calidad del papel me hacen pensar que pertenecía a esos diccionarios que venían de varios tomos, en la casa de mi abuela había uno de tapas verdes.
Es la página 33 y arriba dice Acusetas-Achira, tiene definiciones como:
achacable: adj. que puede achacarse a alguien
achicar: t.amenguar el tamaño de algo// extraer el agua de un dique embarcación, mina, etc//antón: agrandar, aumentar.
achurar: arg. quitar las achuras a la res// fig y fam matar o herir a cuchilladas.
adaptar: t.acomodar, ajustar una cosa a otra//fig. avenirse uno a condiciones, circunstancias, etc.
Siempre me gustaron los diccionarios, saber el significado de las palabras, recuerdo la felicidad y la ansiedad que me produjo empezar a leer los carteles de la calle, tengo un recuerdo en donde tengo la ñata pegada al vidrio de un colectivo, estaba con mi mamá y con mi hermana, iba leyendo todo en voz alta.
De muy chica aprendí alemán e inglés, aprendía alemán junto con mi papá, él lo aprendía para su trabajo, yo para el jardín, aprendía inglés para entender lo que mi papá y mi mamá se decían casi como un código secreto, mi mamá es profesora de inglés y creo que cuando vivíamos en Alemania se resistía un poco a aprender la lengua, o al menos así lo recuerdo.
Qué difícil es conocer y ver a los que tenemos más cerca, a medida que crezco voy teniendo otra madre, otro padre, otra hermana.
Entre las cosas que me propuse hacer este año y no llegué a hacer está aprender a manejar.
Me hubiese gustado que mi papá me enseñe a manejar, pero no le gusta, como no le gusta hacer asados ni el fútbol.
De adolescente veía a los padres de mis amigas mucho más masculinos, mi papá siempre fue muy sensible, delicado.
Recuerdo muchas conversaciones con él siendo niña, le entendía muy pocas palabras, su discurso aún hoy sigue siendo muy complejo y abstracto, cuesta a veces seguirle el hilo de sus asociaciones, creo que aprendía con velocidad para entenderlo, para que me quiera.
A mí me papá le gusta mucho hablar, pensar, analizar saber cosas y explicarlas.
No sé por qué recuerdo con mucha intensidad una charla que tuvimos sobre cómo funcionaba la producción en Acindar.
Me cuesta imaginar a mi papá entre esos fierros, tengo muchas fotos de él en las diferentes fábricas que trabajó, veo que usaba casco, ropa de trabajo y esas botas con protección ¿de qué conversaría con esos hombres?
Se ve que él tampoco se veía en ese ambiente, a sus cuarenta dejó esa carrera e hizo una cambio de profesión, empezó a dar clases de programación neurolingüistica.
Describo a mi papá sabiendo que por el lazo que nos une muchas dimensiones de quien es serán siempre un misterio para mí.
Apuntes de clases (333)
Me gusta cómo empieza a disminuir la velocidad de las cosas cuando tengo un poco más de tiempo libre.
Desde niña observaba la velocidad de los que me rodeaban y me sentía un poco fallada, ahora que lo pienso no sé si se trataba tanto de velocidad sino de la eficiencia, de la practicidad para resolver los asuntos de la vida cotidiana.
Creo que miraba en especial a las mujeres del lado materno de mi familia.
Desde mi mirada las veía resolver todo, mucho y bien.
Con el paso del tiempo mi mirada se fue posando en otras referencias.
En el ámbito del arte, de la danza, sentí que aquello que se me presentaba con signo menos en lo cotidiano, en lo práctico, en «la realidad», era en estos mundos un valor, o al menos sentía que mi ritmo era alojado con más amorosidad.
Es el lugar donde siento que puedo habitar más mis rarezas, aquello de mí que no funciona, que falla.
Esas cosas pensaba hoy que necesité quedarme la mañana en casa, «parar un poco la pelota», porque este ritmo no tiene ni gracia ni juego para mí.
Descansé un rato en el piso y salí a hacer compras con mi changuito.
Cerca del super chino estaban ellos, descargando bebidas.
Es un camión inmenso, se llama el Río de las vueltas y tiene una bajada que dice «Conocemos el camino».
¿Tendría que haberles hecho una pregunta como cuando voy a preguntar al tarot o al I Chin?
Adoro esa escena de la peli Matrix, cuando Neo tiene que aventurarse en una bastante chunga, termina en un departamento bastante humilde,la pitonisa es una mujer negra que está poniendo en marcha el día.
Este año salió mucho el tema de los oráculos en las clases.
Creo que se trató de mi necesidad de orientación en un año que fue muy bravo para mí.
La muerte de amiga Pao fue un gran dolor, vino muy cerca de una decepción amorosa, y aunque de dimensiones y texturas muy diferentes hizo que me replegara mucho a sentir cómo quería seguir.
Si hay algo en lo que creo y es en el movimiento de la corriente de la vida.
Así como quita, trae, así como merma se vuelve abundante y si hay algo constante es ese movimiento de mutación permanente.
Volviendo a los oráculos, el más preciado hallazgo de éste año ha sido «La caja negra», es un mazo de cartas que de un lado tiene una imagen en blanco y negro tipo negativo, del otro lado más de sesenta y cinco artista escribieron algo que les gustaría leer ante una posible consulta.
Con el grupo de Contact estuvimos improvisando con éste mazo y cada uno hizo una o más cartas.
Fue muy hermoso atestiguar esas danzas y bailar movidos por mensajes, predicciones, orientaciones propias y ajenas, las atesoro en mi corazón
Apuntes de clases (332)
Ayer el celular me avisó que tenía que hacer limpieza por falta de espacio.
Fui media desprevenida a lo que sería el equivalente a encontrarse con álbumes de fotos de este año y del pasado.
Entre las fotos de éste año hay una que quiero rescatar del olvido y de la papelera.
Es una foto en el distrito norte, estamos todas tiradas en el piso, con las camperas y buzos como almohadas, durmiendo, descansando.
Los niños viven cada vez más ansiosos y cansados, son sostenidos por adultos que vivimos así.
A partir de la necesidad de algunos niños en particular, llegamos y hacemos una breve siesta, ponemos una música tranquila y comenzamos así descansando, sintiendo la respiración y dejando que el piso nos sostenga.
Tuve que pasar por muchas experiencias en mi vida y en mi oficio para posibilitar y darme una experiencia así.
Después de esos minutos que estamos ahí, al haberle dado lugar a ese estado el ánimo general es otro.
Muchas veces en las clases absorbemos la lógica de producir sin pausa y sin sentido.
Dar ese espacio para escuchar lo singular, los estados del ánimo y del ser, las cosas importantes y no las urgentes o actuales, genera otras tramas y vínculos.
Esa foto creo que honra y celebra el derecho a la quietud, a la pausa, al no hacer.
Apuntes de clases (331)
Los días en que hay humo, el amanecer es bien diferente, tiene unas tonalidades de amarillo más extrañas, como con más blanco.
Arde el humedal y se va extinguiendo.
Hay humos y humos, esté es más irrespirable porque es un humo de muerte para todos.
Hace ya unos años que tengo la sensación de que lo social se volvió muy complejo.
Leo personas que piensan acerca de esto, converso con amigos, tratando de encontrar algunas orientaciones vitales.
El mundo tal como lo conocí en los primeros veinte años de mi vida ya no existe.
Recuerdo que cuando empecé a tomar clases de danza, era muy común que las propuestas fueran anuales, uno empezaba en marzo y con un mismo grupo terminaba en diciembre.
Había una relación con el tiempo, el proceso que llevaba tener una experiencia.
Eso cambió hace rato, muchas de las propuestas formativas son clases intensivas de un fin de semana o de un día.
Los más jóvenes tienen otra relación con el proceso, que intento entender para poder explorar y bailar con ellos.
En lo cotidiano se componen otros flujos, otras maneras de encontrarse, de aprender, de hacer experiencia.
Hace rato que cuando entro a dar clases en el profesorado de danzas, tengo la sensación de que hay algo del marco de trabajo que se vuelve a armar cada vez.
Suelo arrancar con una breve memoria de lo que pasó el último encuentro, vuelvo a recordar algo de la manera en que trabajamos y antes de hacer nada propongo alguna experiencia simple para que las personas lleguen.
Que alguien esté delante nuestro no garantiza que el otro esté allí.
¿Cómo serán las maneras de registrar y de hacer historia y memoria que tenemos?
Como si algo de las operaciones que hacemos con el celular ( cosas que siempre suceden en otro lugar, con otras personas, otras conversaciones) ya estuvieran internalizadas en una manera de disponerse, de estar y de ser en este tiempo.
Vuelvo a la pregunta que me acompaña hace mucho: ¿dónde y cómo me encuentro con el otro?
Siento que estoy terminando de soltar una manera de moverme que estaba desactualizada con el presente y también modulando esto porque así como no todo lo pasado fue mejor, no todo lo actual y presente es mejor.
En ese vaivén ando.
Uno de los movimientos que me está ayudando es arrimarle a mi cotidiano experiencias que traigan otras relaciones con el tiempo.
Como si en el flujo veloz pudiera demorarme en cosas y hacer que mi atención viaje a otros detalles.
Apuntes de clases (330)
Estuve leyendo y buscando materiales para preparar una clase sobre la columna vertebral.
Me parece muy interesante cómo nuestra materialidad va cambiando su forma, se moldea a partir de nuestro vínculo con el entorno.
Por ejemplo cómo se termina de formar la curva cervical cuando podemos sostener el peso de nuestra cabeza en la vertical, a esto lo antecedió una creciente curiosidad por conocer el mundo, como si los sentidos de a poco fueran subiendo su volumen y la interacción fuera aumentando a medida que crecemos.
Ahora: hay un momento donde los adultos consideramos que ya aprendimos a movernos y creo que ahí hay un gran problema.
La idea de que nuestra forma está acabada, la medicina dice que nuestro crecimiento terminó y esa será nuestra forma hasta que comience el deterioro que traerán los años.
Tenemos muy arraigado que no vamos a cambiar ( porque somos así, porque tenemos la columna de nuestro papá, etc.), esa idea cristaliza, se hace carne y obtura la posibilidad que abre que estamos siendo.
Otro cosa que me parece que pasa es que perdemos la curiosidad, uno de los sentidos del movimiento es conocer y actuar en el mundo, vincularnos con otros.
¿Si ya sabemos por qué vamos a movernos?
Quizá el sedentarismo sea también un rasgo más del narcisismo feroz de estos tiempos.
Apuntes de clases (329)
Mañana voy a dar una clase en el cumpleaños número 50 del Contact Improvisación.
Para los 25 años del Contact viajé a Oberlín, visto desde hoy fue uno de esos viajes y experiencia que marcaron mi camino.
Tenía veinte años, la cara aún con acné, mirando fotos de esa época me llama la atención lo poco que abría los ojos.
La experiencia de conocer a ese primer grupo de bailarines y otros tantos fue muy intensa, luego de estar en ese festejo fui a Earthdance, con Mark un bailarín que iba en esa dirección, viajamos en su chata.
Es siempre caprichosa la memoria, recuerdo ese viaje por la ruta que conecta el estado de Ohio a Massachusetts como una gran aventura.
Hace poco,en una tarde de nostalgia, le escribí a Mark , quería chequear algunos de mis recuerdos.
Para mí sorpresa recordaba ese viaje muy vívidamente y coincidía en que había sido muy especial.
No todo tiempo pasado es mejor, esos años de mis veinti no fueron muy felices para mí, me siento mucho mejor ahora.
Pero para ser justa, no todo fue tristeza, fueron años de mucha intensidad, empecé a trabajar en experiencias muy diversas, me formé, transité por psicología, por letras, terminé el profesorado de Expresión Corporal ,tomaba cuanto seminario y clase de contact y de improvisación apareciera.
Hace poco en un encuentro en la isla cuando tuve que describir mi relación con el contact lo describí como lo más parecido a un amor de muchísimos años, este año cumplimos treinta, casi como los matrimonios que tenían mis abuelos.
Salvando las distancias hay algo de ese estilo, que imagino porque no tuve una experiencia así con una pareja: un momento de mucho enamoramiento, pasión, crisis, casi separaciones y vueltas con transformaciones, un amor más apacible y estable.
Escribo esto después de armar la clase que daré mañana para festejar a tan joven danza, intentaré compartir las curiosidades que me mueven, intentando no cristalizar y repetir las formas y preguntas de aquellos primeros bailarines en 1972.
Estoy con expectativa de ver qué preguntas y transformaciones traen las nuevas generaciones de bailarines y maestros.
Apuntes de clases (328)
Siento diferentes capas en mi experiencia cotidiana.
Por un lado voy de clase en clase, adaptándome a la vuelta a la presencialidad, ahí advierto una obviedad: lo intenso que es el cuerpo a cuerpo, las energías que se traman en lo grupal.
Ayer Fabiana me invitó a su clase de Fundamentos de la corporalidad, trabajamos cómo la aparición de la perspectiva introdujo algo de la experiencia del volumen en nuestros cuerpos.
Como punto de partida elegí una parte del prólogo de «El último lector» de Piglia, ahí aparece Russell, un tipo de Flores que hizo una réplica de Bs As, a una escala muy reducida, él cree que lo que ocurre en esa réplica sucede en la ciudad real.
Hablamos de las abstracciones que son los mapas, la diferencia con un territorio y cómo eso se conecta con la diferencia entre modelos abstractos e ideales de cuerpos y la experiencia vivida.
Pudimos conversar y eso, en estos tiempos ya es toda una rareza.
Decía que por un lado las semanas pasan bastante veloces, con una demanda de trabajo que por momentos me resulta demasiada, pero por el otro suceden cosas que sobresalen, que tienen otro volumen.
Atesoro dos cosas que escuché: cuerpoespín y bandada de caballos.
La muerte de Paola, más allá del dolor, me despabiló.
Por nuestra cercanía en edad y en experiencias se me hizo muy presente que el baile puede interrumpirse de un momento a otro.
De una manera muy contundente, aparte de tristeza, me trajo vitalidad.
No sé cómo describirlo, es algo así como si advirtiera qué intensa experiencia es estar acá.
Apuntes de clases (327)
Hay aprendizajes que hago en el campo de la danza y del movimiento que siento me cuestan integrar a lo cotidiano, de manera caprichosa y sin que medie mi voluntad a veces me encuentro con algo que se integra.
Voy a aprovecharlos por si caigo en una amnesia senso motora.
Cuando una baila, improvisando, es muy claro cuando hay otro que se acerca, se empieza a sentir esa proximidad, que en el caso del Contact muchas veces llega hasta la piel, con más o menos peso.
Es muy delicioso notar que alguien quiere bailar y jugar con una.
A veces según quiénes sean los bailarines esos momentos previos al contacto tienen un rodeo que es una danza en sí misma, otros tiene una direccionalidad más clara y enérgica.
Es algo muy bello y mágico atestiguarlo y experimentarlo.
Incluso cuando alguien sienta inhibición de acercarse, ya empieza a irradiar ese deseo.
Hay danzas donde eso está zanjado con el sacar a bailar al otro, hay creo que se practica y entrena un especie coraje, de encarar,
En el Contact es menos frecuente que alguien atraviese la pista y te saque a bailar, o que te cabecee como en una milonga o en una salsera.
Así como es muy notorio cuando alguien se acerca y sucede el encuentro, se siente cuando la danza se termina, en una pausa, en algo que se va diluyendo o deviene muy intermitente hasta extinguirse.
Dentro de poco cumpliré treinta años de ser bailarina de Contact y para confirmar mi sensación de que algunos procesos me llevan tiempo, hace relativamente poco tiempo que pude integrar algo de ese saber del movimientos a los vaivenes del amor y el desamor.
Más allá de lo que alguien diga, el encuentro se hace posible mientras ambos quieran seguir bailando, estando juntos.
Es una obviedad que me ha costado notar y me alegra empezar a no reparar tanto en las razones y advertir más cómo es ese movimiento de acercarse y alejarse, la intermitencia, los movimientos más difusos, el sí y el no al mismo tiempo en un cuerpo, en mi cuerpo.
Ahora que escribo, noto que quizás la dificultad no la haya tenido tanto en la observación y en la sensación de esos movimientos sino en el aceptarlos con todas mis células.
Apuntes de clases (326)
Cuando salgo a caminar me cruzo con otras personas que también lo hacen. Ya hay un pequeño grupo al que conozco.
Esta semana apareció un señor «nuevo» de unos sesenta, con cara de «me dieron mal los análisis» o «me dijo el médico que camine sí o si».
Ojalá no necesitáramos un infarto, una descompostura o un dolor muy agudo para hacer algo con nosotros mismos.
Este señor me hizo acordar a cuando los médicos mandaban a sus pacientes a Yoga, médicos que en general no se mueven y que en su mayoría no saben de qué se trata el Yoga.
Entonces una señora o un señor de avanzada edad, que generalmente tiene ya un sedentarismo de por lo menos treinta años, se compra el mat, ropa cómoda y se acerca a algún lugar donde dan Yoga en su barrio.
Ir a una clase de Yoga o de cualquier técnica corporal sin recomendación o referencias es tan peligroso como buscar un terapeuta por Instagram.
El resultado de esos acercamientos es desastroso: en general esas personas se lesionan, o se frustran en exceso, les queda un sabor amargo y vuelven a su sedentarismo.
No me la agarro con el Yoga, podría ser pilates, zumba, crossfit o cualquier otra técnica que se vuelva más popular.
Cada una de esas prácticas tiene un contexto social.
En la India muchas personas de avanzada edad cocinan y hacen tareas domésticas cerca del piso, esto significa que pueden plegarse de una manera que nosotros occidentales fanáticos de las sillas no.
Entonces ahí aparece la preparación de quien guía, quizá ese principiante puede llegar a hacer una Asana que requiera ese pliegue coxofemoral, pero antes tendrá que preparar su cuerpo y hacer movimientos más simples que vayan preparando la disponibilidad.
O cuando se llevan entrenamientos de alta competencia o que haría un marine para que lo haga una persona que trabaja en una oficina.
Está bueno preguntarse para qué y cómo se relaciona con mi cotidiano esa técnica o propuesta que voy a aprender.
Hay algo también con la medida.
Pasar de ser sedentario ( sentarse en el auto, en la compu, en el sillón, en la silla, caminar muy poco y sólo hacer movimientos mínimos cotidianos) a hacer crossfit, correr o lo que sea, es mucho de golpe.
En mi experiencia, tener un ideal tan alto con respecto a qué deberíamos hacer no ayuda.
Quizás hay que ir por algo más austero.
Es mejor moverse una vez por semana que nunca.
Lo que más nos cuesta es salir de esa inercia de lo habitual.
No hay nada más potente y que traccione más hacia lo viejo que un hábito.
Cualquiera que haya encarado un pequeño cambio de hábito sabe la magnitud del movimiento, fortaleza e insistencia que eso requiere.
Apuntes de clases (325)
Me desperté intentando recordar una frase que le escuché decir varias veces a Sonia. Audio mediante me llegó: » acá estoy, tirando para no aflojar y aflojando para que no se corte».
La frase se la hace decir Juan Pablo Geretto a Ana María.
Quería recordar esta frase porque la conecto con cosas que vengo pensando: el estado de alerta, el insomnio, los ojos que aún cansados no ceden al mundo de los sueños, la ansiedad, la dificultad de bajar el tono, de parar.
Me entusiasma leer cómo son esas regulaciones en nuestro cuerpo, cómo son esos ciclos entre activar y reposar, los diálogos entre el simpático y el parasimpático, los ritmos circadianos, como muchas veces esas explicaciones no alcanzan para la experiencia de cada uno con su cuerpo.
La sensación que tengo es que algunas de las cosas que hacía con las personas que trabajo, con sus cuerpos, ahora necesitan otros movimientos, otras palabras, otras maneras de entrar.
Algo que ya venía cambiando con la pandemia se aceleró, aunque no sé bien de qué se tratan esos cambios, los siento y los percibo intuitivamente.
Algunas de esas intuiciones:en el mundo en que crecí,para conocer a otro había que ir hacia esa persona, eran modos bastante directos, alguien le tocaba el timbre al otro, lo llamaba, lo buscaba, se acercaba con su cuerpo.
No romantizo ese mundo, encontrarse con otro tiene mucho de misterio y complejidad.
Ahora muchas personas desde sus casas, o donde estén, interactúan y conocen a otros a la distancia, con mucha intensidad y afectación.
Vuelan corazoncitos, comentarios, se comparten historias, alguien se entera de con quien sale otro porque se lo arrobó.
Hay algo ahí.
Antes para distanciarte de otro, había un movimiento de los cuerpos, no lo veías más. Pero si cambia la manera de encontrarse, quizás también la manera de separarse.
Otra pista es la hiper estimulación.
Se me presenta excesivo, la luz, la información, los estímulos, un bombardeo a la sensibilidad.
Casi no hay silencio ni oscuridad.
¿Será que todo esto se debe a esos miedos?
Algo que me parece que pasa con la hiper estimulación es como si se pasara de rosca, y en esa especie de rueda de lo sensible, en vez de volvernos seres más empáticos y sensibles, nos anestesia, nos vuelve indolentes.
Si estas cosas que intuyo están de algún modo sucediendo, hay mucho de la experiencia propia y con otros que sucede celular en mano, que suceden en otra parte, en ausencia del cuerpo de los otros.
La vida quizás esté en otra parte, que no coincide necesariamente con el lugar del cuerpo.
¿Qué efectos está teniendo esto ?¿cómo será encontrarse con otro en este nuevo mundo?.
En un tiempo cercano:¿ se va a prescindir totalmente del contacto de la piel, de la cercanía?
Apuntes de clases (324)
Hace unos días conversé con una amiga muy querida, hablamos casi cotidianamente, pero esta charla en particular me quedó resonando, avanzó como el agua en una napa subterránea.
Ella me compartía su pena acerca de algo que no iba a ser como ella había imaginado y deseado, su cuerpo estaba muy implicado en esa experiencia y sentía culpa porque había un desfasaje entre su deseo y lo que su cuerpo le traía.
En mi ánimo de traerle un poco de alivio a su pesar,le dije lo que pienso que es que está sobre dimensionado el control que podemos tener sobre nuestro propio cuerpo.
Hay cosas que podemos hacer para estar más saludables,cambiar hábitos, transformar nuestra forma y muchas otras cosas.
Pero hay una dimensión más misteriosa e inquietante aún para nosotros mismos.
Nuestro cuerpo está lleno de historias, marcas, silencios, tormentas, sueños, contradicciones, tensiones, oasis.
El cuerpo nos trae problemas.
Quizás sea por eso que cada vez más personas anhelan reemplazarlo por un software y así al fin sacarnos de encima la materialidad y la finitud que tenemos.
Son tiempos donde están muy exacerbadas afirmaciones como: «si querés podes», «lo que crees crea» en donde hay un yo todopoderoso que pareciera no acatar los límites, o el límite con mayúscula, que es que nuestra existencia corporal se termina.
Durante mi vida he sentido con bastante claridad que no sé bien que quiero, que lo que siento a veces se me presenta opaco, intermitente, que mi deseo a veces arde y me orienta y otras duda, teme ,se va a dar una vuelta a quién sabe dónde.
Recuerdo muchas experiencias en donde me he dicho:quiero estar acá, con esta persona y una vez ahí he querido salir corriendo, en donde he querido hacer determinada cosa y me ha inundado la impotencia, la ansiedad, la depresión.
Apuntes de clases (323)
Cuando salgo a caminar me cruzo con una vecina,sale a pasear a sus perros, son tres, el único que reconozco es un galgo blanco.
Tiene el pelo platinado y muchas veces usa ropa con estampa de leopardos o de cebras.
La suelo ver paseando a los perros o baldeando.
Tiene una mirada muy triste, como perdida.
Aunque no conozco nada de su vida, imagino que le pesan los días, quizá porque arrastra un poco los pies,por lo impecable que está su vereda, por la joroba de su espalda.
No lo sé, quizás sólo sea yo proyectando mis pesares y tristezas en ella.
Ayer vi una película muy triste,me pareció raro que no lloré.
Imagino que para llorar se debe necesitar un mínimo de agua, cuando esa agua necesaria no está, no alcanza para una precipitación y queda sólo el movimiento de la emoción, como una puntada en el pecho, la garganta cerrándose, algo que inunda la piel.
Apuntes de clases (322)
Vengo atestiguando el crecimiento del twerking. Cada vez más de mis alumnas lo bailan.
El año pasado en anatomía vivencial estábamos haciendo unas microexploraciones con nuestras pelvis y una alumna muy joven, recién salida del secundario, me dijo al final de las exploraciones que me iba a mandar un video de ella bailando twerking.
Tardé en verlo.
Quedé muy impactada, había una diferencia abismal entre la pelvis de ella en la clase de anatomía vivencial y la de su danza haciendo twerking.
Me metí un poco más a ver, es todo un fenómeno, me animo a decir que junto con los bailecitos de tik-tok debe ser lo más bailado en este momento en el mundo mundial.
En esa aldea global y de internet está sucediendo una explosión de danza, que aunque no son de mi preferencia es un movimiento para observar y pensar.
Aunque no le dije nada a esta jovencita, imaginé un diálogo: yo era mi tía Chola y le decía que profundizara en la conciencia de su pelvis, mientras ella en su Instagram todos los días vuela con su pelvis.
Siento que para pensar estas danzas tengo que adentrarme un poco más en la experiencia, el próximo paso es ir a una clase.
Cuando surgieron las danzas de improvisación en la década del 50 y del 60, vinieron a hacer ruptura con la danza clásica, moderna, con lo coreográfico.
Como en otros campos del arte la pregunta era ¿qué es danza?¿cuándo hay danza? ¿cuáles son los límites?,en la misma clave del inodoro de Duchamp, se veían bailarines en Judson Church que caminaba, se sentaban o hacían micromovimientos.
Aquellos que lo hicieron por primera vez generaron una ruptura, eran una vanguardia.
Luego esos gestos se cristalizan, se vuelven conservadores, se institucionalizan.
Recuerdo una charla de Paxton donde le preguntaban por qué no estaba más interesado en el Contact Improvisación, a lo que él contestó que ahora tenía otras preguntas, otras curiosidades.
¿Cómo van cambiando nuestras preguntas y deseos? ¿Hacia dónde nos orientan?
Cuando pienso en estas cosas se me viene una imagen de la película Forrest Gump,es una escena en la que el corre, de una punta a la otra del mundo.
Mucha gente empieza a seguirlo, como a un gurú; le suponen un propósito que él no tiene.
En un momento se detiene y dice » me cansé, me vuelvo a mi casa», la multitud que lo seguía le pregunta ¿ y ahora qué hacemos nosotros?
Apuntes de clases (321)
De las preguntas que surgieron el año pasado en el taller con Agustín hay una en particular que insiste: ¿en qué consiste descansar?.
Pareciera que con dormir no alcanza.
De unos años a esta parte muchas personas se acercan al trabajo corporal porque tienen insomnio.
¿Por qué nos cuesta conciliar el sueño? ¿por qué cada vez más personas se van a dormir a la madrugada?
De niña no me gustaba mucho dormir, odiaba que nos mandaran a dormir la siesta, recuerdo que en algún momento mi mamá cedió y nos dejaba a mí y a mi hermana jugar «sin hacer ruido» para que no la despertáramos.
Conservo eso, no me gusta dormir de día, tengo que estar muy cansada para hacerlo.
Creo que desde muy temprano percibí lo inquietante que es no saber a dónde vamos cuando dormimos.
No tengo insomnio, pero tengo que prepararme para irme a dormir, no puedo zambullirme de repente.
Como si necesitara ciertos rituales para entrar en ese mundo misterioso.
Una pista ante tanto insomnio puede ser que para descansar hay que cansarse.
Es una idea simple, pero quizá lo que hacemos durante el día sea demasiado sedentario, o sólo nos canse mentalmente.
A mí me descansa hacer otras cosas, por ejemplo si vengo con muchas horas de lectura: caminar nadar o bailar me produce un tipo de descanso.
Para descansar algo se tiene que suspender, algo tiene que cambiar, como si tuviesen que aparecer otras disposiciones del cuerpo, otros paisajes.
Descansar también es parar ¿ y quién quiere para en un mundo cada vez más veloz y desenfrenado?
¿Qué nos apura?
No sé parece ser que descansar no es algo tan sencillo.
Soñar puede ser también algo muy intenso, a veces me despierto con la estela de mis sueños y según cómo hayan sido es el estado de mi despertar y comenzar el día.
Asocio el descansar con el reparar; hace poco alguien me dijo que durante el sueño se curaba y hay algo de eso.
Una especie de restauración que sucede en otro tiempo.
Cuando éramos niñas mi mamá nos leía antes de dormir,a mi hermana y a mí, creo que aún conservo esa vivencia infantil, cuando estoy angustiada, tengo miedo o por alguna otra cosa no me puedo dormir que alguien me cuente una historia me tranquiliza y me duerme.
Apuntes de clases (320)
Mientras iba terminando con el trabajo, el calor empezó a ser agobiante, el aire irrespirable.
Fui varias veces al centro a hacer unas compras y percibía un ambiente de fin del mundo pero mucho menos espectacular que en las películas de catástrofes que a veces veo.
Cada vez que se abre ante mí ese otro tiempo siento una gran desorientación.
Un poco en broma y un poco en serio le dije a una amiga que estaba haciendo un aislamiento preventivo.
Vuelvo al piso a respirar y sentir cómo sigue la cosa.
Hace unos días escuchaba una charla y hubo algunas palabras que me quedaron dando vueltas, como si las hubiese escuchado con especial atención.
Estaban hablando de cómo se reordena la temporalidad a partir de determinadas experiencias.
Recordé una experiencia en particular, estaba en el piso con los ojos cerrados, alguien nos guiaba, hacía calor.
No sé bien quién coordinaba, muchas veces he aprovechado enero para tomar talleres más intensivos y se me mezclan los recuerdos en una composición bastante extraña.
Lo que retornó puntualmente es cómo empecé a sentir que caía.
Estaba en el piso, era una sensación interna, como si mis órganos estuvieran cediendo en la dirección que la gravedad les proponía.
No era una sensación placentera, me sentía muy vulnerable,frágil incluso con un miedo creciente a estrellarme en una caída que estaba vivenciando con mucha intensidad.
No sé qué pasó después de eso, pero recuerdo que en el almuerzo empecé a pensar en el sostén.
Se me hizo muy claro que si algunos primeros sostenes los había vivido como inestables, inseguros, algo de esas experiencias se reeditaban: aún estando en un lugar tan seguro como el piso.
Es como si a partir de algunas experiencias se tiende una especie de puente retroactivo, la experiencia produce un nuevo sentido, como una estrella que produce destellos, hacia el pasado, el presente y el futuro.
2021
Apuntes de clases (319)
Me volvió a pasar hace poco, en un homenaje a un escritor y pensador,pero he vivido esto muchas veces.
La charla era muy interesante, comenzó muy emotiva, muy bien.
Empezó a pasar tiempo y tiempo, entiendo el entusiasmo de cada quien por expresarse, por tomar la palabra.
Aunque mucho de lo que escuchaba era nuevo, interesante y como para aprender, me empecé a poner de mal humor.
Ese mal humor tiene que ver con que para ese entonces habían pasado más de dos horas.
Empiezo a mirar alrededor y claro, casi nadie escuchaba y eso que era un público que había elegido ir a esa charla.
Creo que lo que pasa es que algunos intelectuales pensadores se desentienden de los cuerpos propios y ajenos.
Como si los que estamos escuchando pudiésemos estar horas y horas sentados e interesados.
Qué diferente sería para mí si se contemplase eso.
Vivo esa tensión, me interesa lo que escucho, pero no puedo estar sentada, prestando atención tanto tiempo.
Quizá tenga una inmadurez en eso, parte del hacerse adulto es aumentar las horas sillas y reprimir el movimiento en espacios públicos.
Lo otro que me pasa es que siento que muchos pensadores no tuvieran en cuenta que escuchar es una experiencia que requiere de cierto contexto.
Muchas veces la poca observación y modificación de las exposiciones según lo que pasa en el entorno es toda una posición desde la que se habla.
Lo mismo con la organización de la espacialidad, debería haber varias opciones para las disposiciones de los cuerpo e incluso lugar para moverse.
Hay una idea que creo nos ha hecho mucho daño y es que si te estás moviendo no estás prestando atención, la quietud y casi parálisis como el lugar desde donde mejor se escucha y aprende.
Recuerdo como experiencias muy lindas cuando quien expone,a parte de ser inteligente,es sensible a quienes se dirige:habla, observa, siente, modifica el tiempo de su exposición, abre la conversación, genera cambios sobre lo que había planeado en soledad.
Apuntes de clases (318)
En agosto viajé a Jujuy, fue un viaje particular, fui a presentar mi libro.
Sentía cierta extranjería en ese ámbito nuevo, dentro de la misma feria di un seminario de improvisación.
Al finalizar el seminario una estudiante me dijo que había estudiado conmigo en el primer seminario que di en San Salvador, con una hermosa sonrisa me dijo: creo que fue hace veinte años.
El inexorable paso del tiempo.
El martes, en esa misma línea, me pidieron que despidiera a las estudiantes que se graduaron del profesorado.
Antes de subir al escenario pensé: un día te graduás y otro día estás despidiendo a los graduados.
En el seminario que dí en Jujuy improvisaron a partir de un mazo de imágenes y de un mazo de palabras poéticas, fue muy bello todo lo que emergió.
Van algunos de los registros que hicieron:
«Encontrar un camino de vuelta. Respirar para que los ríos corran»
«Sólo puedo con una palabra y se me disuelve. Vuelve y solo puedo con una»
«El otro muestra mi contorno.El otro marca mis límites»
«Tocar la fuente y quedarse ahí, la luz lo embellece todo»
«Hilera de sapos secos, derrumbándose de alegría de una gota al caer»
«Qué suerte el contacto de lo ajeno»
«Un tiempo que vuelve lento»
«Sabores en piel»
«Desarmar todo lo que fue»
Apuntes de clases (317)
De todas las pautas que trabajé este año con las niñas y niños hay dos que generaron un entusiasmo diferente.
Una es explorar distintas pautas para sentir el apoyo de los pies, las diferentes sensaciones que aparecen, la geografía de nuestros pies, luego dibujar la silueta de uno de los pies y escribir y pintarlos.
Algunos de los registros:
«A mí me gusta nadar y mi pie es fundamental para eso»,»a mí me gusta la sensación de mis pies en la arena»,»con uno de mis pies voy a la escuela»,»una vez estaba en un arroyito en Córdoba y mi pie caminó por unas piedritas y allí me picó una abeja por primera vez» «(en la parte del talón, lleno de corazones):estás en mis pensamientos», «con mi pie puedo correr para jugar a la popa», «mis pies una vez me llevaron a una guarida secreta».
La silueta vacía del pie deviene mapa, territorio, se vuelve un registro muy singular, íntimo.
La otra fue el trabajo con el cuento «Clara y el hombre en la ventana» de María Teresa Andruetto y Martina Trach.
«Esta es la historia de mi madre y su amigo Juan, de cómo ella descubrió los libros y él la luz del día»
Todos los cuentos son posibles generadores de danza, de juego pero este les gustó en particular, tanto que cada tanto me pedían que lo volviera a leer.
Una de las cosas más bellas que generó fue que muchas de ellas empezaron a mezclar en sus dibujos la casa y el cuerpo.
Mientras escribo veo uno de esos dibujos, el que me regaló Virginia, es un cuerpo lleno de ventanas.
Apuntes de clases (316 bis)
Queremos ir en una dirección, hacemos planes y de pronto un dolor nos deja fuera de juego.
Nos obliga a parar, a hacer reposo .
¿Hay algo que nos cueste más que bajar un cambio?
Queremos ir a la velocidad del flujo de la conectividad, absorber increíbles cantidades de imágenes, reels, información, navegar ( ¿o patinar?), scrollear con nuestros índices en un no lugar donde atestiguamos la vida del prójimo cercano, lejano y desconocido.
Queremos estar acá, allá y más allá.
Tengo una amarga y tranquilizadora noticia dominguera : hasta que devengamos bits ,software o cualquier otra imagen ingrávida y voladora, el límite existe: se llama cuerpo.
Apuntes de clases (316)
Hace unos meses fui a visitar a Olga a Jujuy.
Cada vez que nos encontramos parece que retomamos nuestra charla como si nos hubiésemos visto ayer.
A las dos nos gusta conversar y contar historias, pero ella lo hace con una teatralidad que me hipnotiza, como si cualquier suceso de lo cotidiano pudiese devenir drama, sus relatos son tragicómicos.
En medio de una de esas charlas me dijo que sacara dos cartas de un mazo de animales muy bellos.
Me salieron el caballito de mar y la jirafa.
El caballito de mar me sugería que esté atenta a los detalles, que no pase por alto algunos «pequeñas» cosas que pueden ser importantes.
La jirafa me invitaba a un momento de silencio, a cambiar mi perspectiva y ver las cosas de un punto de vista panorámico.
Adoro los oráculos, los necesito, lo de navegar en la incertidumbre que tan lindo suena puede ser bastante árido de transitar.
Releyendo las sugerencias del caballito de mar y de la jirafa, creo que me vendría bien cultivar lo que me sugiere la jirafa, puedo perderme en el detalle y me cuesta tener esa visión más global.
Son hermosas las jirafas, me impresiona cómo pueden bajar a tomar agua y sobre todo cómo organizan sus patas, son finitas pero sostienen un cuerpo bastante grande.
Debe ser raro tener un cuello tan largo.
Apuntes de clases (315)
Hoy escuchando la radio un locutor dijo «tereso».
Mi abuelo Miguel decía tereso.
Mi mamá me contaba que cuando fueron con mi abuela Lidia a visitarnos a Düsseldorf le gustaba caminar por una parque qe estaba cerca de la que era nuestra casa, había bautizado a uno de los atajos, el «atajo de los teresos».
A mis diecisiete mi vieja nos llevó a mí y a mi hermana a ver la que fue nuestra casa, mi jardín de infantes.
Fue un viaje muy intenso y emotivo.
Creo que siempre tuve una fuerte nostalgia con respecto a nuestra vida en Alemania y Nigeria.
A medida que fui creciendo me dí cuenta que era una nostalgia doble, por la infancia y por la vida familiar antes que mis viejos se separaran.
Lo de los paisajes le dan un tinte exótico a los relatos, pero la carga emocional sería igual en Cañada Rosquín o Berrotarán.
La nostalgia tiene para mí siempre la intensidad de algo anhelado que no sucedió.
Es caprichosa la memoria, tenía relatos, retazos de recuerdos, fotos, en una especie de collage de lo que fue nuestra vida allá.
Al volver recordé muy vívidamente recorridos que hacíamos, lugares por donde corría y jugaba; fue una experiencia conmovedora de la memoria corporal.
Fue muy lindo ir al parque alemán donde mi abuelo había bautizado a su atajo en lunfardo.
Apuntes de clases (314)
Con la llegada del calor aparecen más insectos en mi casa, quizá en el invierno están más escondidos, los imagino no queriendo asomar las antenas o las patas y volviendo a meterlas por el terrible frío húmedo del entorno.
Me inquietan los bichos, ayer me dí cuenta que les tengo miedo cuando están quietos, como congelados y te miran fijo.
Creo que eso de paralizarse es una de las respuestas ante el peligro, junto con luchar y huir.
Me he paralizado muchas veces ante momentos de dificultad o he huido, me parece que no he luchado tanto.
No me gusta luchar,le rehuyo a la confrontación creo que tengo miedo a mi propia violencia.
La primera vez que fui a Misiones me sorprendió cómo me tranquilizaba estar cerca de la selva.
Recuerdo una mañana que estuve en una especie de mirador que hay en la reserva, es muy lindo porque te permite estar acostada en un piso de madera, muy alto en el medio de la vegetación.
No hay claros en la selva. Hay senderos que van haciendo los animales y los humanos.
Todo tiene color, los bichos que acá en el litoral son marrones o negros, allá son violetas, verdes, rojos, hay muchos que brillan en la oscuridad.
Pude ver muchas serpientes.
Me impresionó un guía que decía que si a alguno de nosotros le picaba una había que tratar de fijarse bien en los colores y el diseño de la piel de la serpiente, eso aporta bastante para el antídoto y puede salvar al que fue picado.
Apuntes de clases (313 bis)
Ayer conversamos con Sonia en el ciclo Eshas, algo de lo que fuimos hilando ahí y otros restos de pensamientos y sensaciones que vengo teniendo me despertaron muy temprano.
Conversamos acerca de la velocidad y la lentitud, de la conexión y la desconexión, de qué es lo saludable, de lo inquietante que son las experiencias de nuestro cuerpo.
Creo que tengo una nostalgia o un anhelo de matices y transiciones.
Pareciera que entre estar hiperconectada o desconectada no hay otras opciones, se me venía la imagen de que estamos rebotando entre extremos, extremos perceptivos y con respecto al movimiento.
Estuvimos mucho tiempo con restricciones en los traslados, en los encuentros, se configuró una nueva manera de lo cotidiano, de las dinámicas del descanso, del trabajo, del uso del espacio público.
Un año y un tiempo después esas restricciones se levantan y vuelven a cambiar los modos.
¿Ahora cómo hacemos esa transición?
No hubo transición, o al menos no la percibí, sino un brusco cambio, alguien movió la perilla de off a on.
Voy conversando con diferentes personas de mi entorno y cada una, más allá de las experiencias comunes, habitó el tiempo de pandemia de una manera muy singular, noto mucho malestar.
¿Cómo integramos lo que vivimos? ¿qué afectaciones percibimos?
¿Cómo pensamos qué es lo saludable? ¿cómo queremos vivir?
Una vez pasado el momento de mayor amenaza ¿qué es seguir cuidándonos?¿seguimos sintiendo una amenaza,un riesgo?
También pensé en los ciervos.
Recuerdo esas imágenes tan hermosas de las ciudades detenidas, y la naturaleza avanzando, había una foto muy hermosa de un ciervo pastando en el cantero de una gran avenida vacía, en el fondo la silueta de rascacielos.
La asocié a otra noticia que escuché hace unos años, una noche había aparecido un ciervo corriendo por Bv. Oroño.
Lo imaginé corriendo en dirección hacia el río ¿de dónde venía? ¿qué habrá sido de ese ciervo? ¿estará bien?
Apuntes de clases (313)
La llegada del calor me alegra, me gusta sentirlo en mi cuerpo, la humedad me da una sensación muy placentera.
Sentí el contraste cuando viajé a Jujuy, la piel me tiraba y sentía todos mis tejidos más secos.
Cuando estábamos encerrados había advertido que todos los traslados y las trayectorias se habían detenido.
Imaginaba esos desplazamientos como líneas que al no desplegarse en el mundo se introyectaban en mi cuerpo.
Tenía una sensación de freno abrupto: a veces me daba mucha ansiedad y otras lo disfrutaba como un tiempo muy particular.
Animamos el mundo y el mundo nos anima.
Nos movemos y somos movidos y esos vínculos, esas experiencias van modificando nuestra percepción de las cosas, cambia nuestro mundo.
Antes pensaba la percepción de un modo más inocente, pasivo, como si sólo se tratara de captar a través de los sentidos algo que estaba ahí.
Ahora siento que no hay nada ahí, bah quizá sea un poco exagerado así;en todo caso ahora entiendo la percepción como un movimiento.
Si el modo de percibir de cada uno es una construcción,las experiencias de movimiento y de pensamiento que tenemos modifican nuestra manera de percibirnos y percibir el mundo.
Encontrarse con otro, aunque es una experiencia bastante común o cotidiana, es encontrarse con alguien que viene de otro mundo.
Me asusta un poco esa idea y a la vez me atrae con intensidad.
Conocer y encontrarme con otra persona trae misterio y algo de extranjero a mi vida de todos los días.
Apuntes de clases (312)
Estos días estuve observando algunos gimnasios de mi barrio.
No deja de llamarme la atención la presencia de televisores y cómo las personas siguen con sus celulares en mano mientras entrenan en la cinta, en la bici o en los aparatos.
Eso devela cómo piensan los cuerpos estos lugares.
La atención pareciera puede seguir haciendo otras cosas mientras se entrena, ¿ahora qué se entrena ahí? creo que el desarrollo y fortalecimiento de los músculos y la capacidad aeróbica.
Que las personas que asisten a estos lugares estén «en otra cosa» me hace sospechar que o no piensan en qué están haciendo o deciden hacer estas acciones:como responder mensajes, interactuar en redes o ver tremendas noticias, porque no parece haber una curaduría en la elección de qué se ve.
En otros gimnasios que vi el volumen de la música y las luces dan clima de boliche de otro tiempo.
Percibir las sensaciones de nuestro cuerpo puede ser bastante inquietante así que también entiendo ese modo de vinculación con el movimiento y el propio cuerpo.
Modernidad nao tem fin.
Apuntes de clases (311)
El fin de semana dimos un seminario de improvisación con Iván.
Fue una experiencia hermosa, no es fácil dar clases de a dos, mientras lo transitábamos sentía que era un dúo de improvisación en sí mismo, trataba de estar abierta e ir entramando con lo que proponía, sentía que él hacía algo parecido, creo que el respeto y la mutua admiración facilitan mucho la cosa.
El tema central del seminario fue la escucha, creo que es un tema complejo y central para improvisar: ¿qué es escuchar con el cuerpo?¿por qué sería una práctica deseable para improvisar?
Pareciera que hay algo de los malentendidos del hablar que aparecen también en la danza.
Se me hizo claro la centralidad del silencio necesario, dejar de moverse, callar, para dar espacio al otro, para que emerja lo nuevo.
Si cuando el otro baila sólo estás percibiendo tus movimientos, lo que queres hacer no estarías en una posición de bailar y dejarte permear por la danza del otro, se suele ver de manera bastante evidente en el movimiento, tiene una contundencia que se materializa en los cuerpos.
Mientras observaba, pensaba cómo generar, propiciar un ambiente para esa escucha.
Exploramos también el contagio, apropiándonos de una palabra que fue muy escuchada y dicha, con otro significado.
¿Cómo hacer espacio para el encuentro con el otro? ¿cómo es esa modulación, encuentro con el otro?¿cómo estar en contacto con las propias sensaciones y percibir las del otro?
Del solo, al dúo, del dúo al grupo.
No sé, hay algo en la pregunta en relación al contacto que hace que mi relación con el Contact Improvisación sea la más larga que he experimentado en mi vida.
Para no romantizar nuestros treinta años, debo decir que tuvimos momentos de mucho enamoramiento,otros distantes, ásperos, de intermitencias, separaciones,enojos. Ahora estamos encontrándonos de una manera menos idealizada, se siente bien, hay algo de dulzura y tiene la belleza de lo posible.
Apuntes de clases (310)
Me siento rara estos días.
Charlaba con un compañero sobre la vuelta del receso escolar, me dijo que íbamos hacia un sistema híbrido, lo dijo al pasar pero esa palabra quedó rebotando en mi aire.
Me gusta la palabra por la mezcla y el entrecruzamiento que supone, para el movimiento y las ideas parece una buena orientación.
Recordé en el principio de la pandemia, allá lejos y al otro lado del mundo surgía un virus amenazante y entre las miles de horas de explicaciones e hipótesis que leía y escuchaba ,recuerdo a alguien que decía lo peligroso de las manipulaciones de las semillas, de los alimentos, de las especies.
No sé bien en qué transición estoy.
Ayer bailé mucho.
En mi danza noté que volvía a sentir una sensación de encierro, pero ¿cómo puede ser si ya está casi todo abierto?
El encierro que me habita.
Lo noto con una poca disposición a las trayectorias, a los traslados, también lo noto en mi respiración, cuando salgo a caminar en lo que me pasa con la proximidad de los cuerpos de los otros.
Estos días voy a retomar la idea de permeabilidad, llevar el foco a mi respiración y a mi piel a ver qué pasa.
Apuntes de clases (309 bis)
Cuando fui creciendo, en ese pasaje de la adolescencia a la adultez recuerdo que muchos me decían que para hacerse adulto, o «grande» había que endurecerse un poco.
Como si el paso del tiempo trajera la percepción de la aspereza del mundo y en una acumulación de golpes y decepciones uno devendría un adulto puro y duro.
El problema que se me presentaba era (y es) : si me endurecía para acceder a esa sabiduría del mundo adulto perdía sensibilidad, si me mantenía en un estado de sensibilidad, esa ternura por decirlo de alguna manera no me iba a permitir ser una adulta fuerte.
Conservo esa pregunta como una guía.
Este tema aparece con mis alumnos, son adultos, sobreviven en este áspero mundo, pero los costos de la armadura muscular, tónica, emocional que tuvieron que desarrollar, son demasiado altos.
Cuando pienso en este tema lo recuerdo a Alito Alessi.
Este precioso maestro fue al primero al que le escuché decir la frase » así no se puede salir al mundo».
Después de horas de estar cultivando un ambiente de cuidado y sensibilidad todos habíamos «bajado nuestra guardia» para poder sentir, encontrarnos y bailar juntos.
Al escucharlo fue claro para mí que yo quería quedarme a vivir ahí, no quería salir al mundo.
El se tomaba un tiempo al final de cada clase para guiarnos en esa vuelta ¿a la realidad?
Siempre que me sumerjo en experiencias de esa intensidad me cuesta esa transición, esa vuelta.
El problema de volverse muy dura es que no es selectiva la dureza, o sea que eso mismo que te protege no te permite sentir.
Al cerrar la percepción al dolor, como las vías del sentir son las mismas también se cierra la percepción al placer, a la percepción de lo sutil, de los mat
Apuntes de clases (309)
Me levanté con la sensación de que la gente se está muriendo más de lo habitual.
Ayer en dos conversaciones había salido ese mismo tema.
En una de ellas, Agustín le decía a una compañera que con la alteración de la línea temporal que de alguna manera vivimos, quizá más al comenzar la pandemia, algunas experiencias que antes estaban lejos se nos habían arrimado más, cuando lo dijo sentí que era así, como una superposición de tiempos.
Luego hablamos de las transiciones, cómo transitamos de una emoción a la otra.
Pensaba que muchas veces cuando alguien está triste o atravesando una crisis o un duelo aparecen frases que incluyen «arriba» o «ánimo».
Quizá no se trate ni de arriba, ni de abajo, sino de un movimiento, cómo darle cauce para que esa tristeza y ese dolor no se estanquen.
Apuntes de clases (308 bis)
Hace unos días una compañera le preguntó a un grupo de niñas y niños: » ¿qué es lo que más les gusta hacer?», una niña contestó:» lo que más me gusta hacer es lo que estoy haciendo».
Qué claridad.
Recuerdo la primera vez que escuché que deseo es lo que uno hace.
Me impactó la frase y sus consecuencias.
Venía de un tiempo de mucho rumiar y poco actuar, sentía mucha angustia e impotencia.
Adentro un volcán de emociones y pensamientos, afuera un desierto inmóvil.
Aunque no me gustó, enterarme de esa frase creo que me permitió comprender que no quería hacer algo en particular y que eso estaba impidiendo muchos otros movimientos.
No podía decirme en voz alta aquello que no quería hacer, pero ahí estaba mi cuerpo con freno de mano.
Estos días volví a explorar estar en quietud y percibir cuándo aparece el impulso de moverme, cuando estoy en movimiento ver cuándo aparece la necesidad de quietud.
Quizá sea una buena pauta para transitar el invierno.
Apuntes de clases (308)
Me venía resistiendo a explorar con el barbijo.
Casi un año y medio después, de uso cotidiano de barbijo, van algunos registros.
Algunos de los movimientos automáticos que hace nuestra cabeza tienden a desaparecer, como si esa cobertura y ese tope paralizara los giros y pequeños espirales que hacemos, como cuando escuchamos el ladrido de un perro, la frenada de un auto.
Si esto es así la conexión de la cabeza con la columna vertebral y con la pelvis y sus movimientos se ven afectados.
La visión periférica también se ve restringida, según el barbijo, la posibilidad de ver hacia abajo necesita de unos nuevos movimientos de la cabeza.
La emisión de la voz, el viaje del sonido y la respiración que acompaña esos gestos se ven esforzados para ser escuchados,cuando conversamos embarbijados aparece un esfuerzo por escuchar.
Algo bastante obvio, por la misma protección de las vías respiratorias, la respiración se ve modificada.
Recién después de mucho tiempo de usarlo siento que puedo exhalar profundamente sin temor a ahogarme.
Según los modelos los sujetadores que van a las orejas, sin son demasiado holgados el esfuerzo para que no caiga debajo de la nariz lo hace la articulación temporomandibular, abriéndose un poco en tensión para sostener.
Si los sujetadores son muy ajustados, la boca directamente no se abre.
La textura de las telas de los barbijos cambia las sensaciones de la piel de la cara, ya tengo mis preferencias.
Para no ser injusta con este elemento devenido prolongación de nuestros cuerpos bailé un rato con el barbijo puesto.
Me sorprendió que estoy mucho más acostumbrada de lo que creía, había imaginado una danza teñida de esa restricción.
Quizá la próxima vez pruebe con barbijo y otras sujeciones en diferentes zonas de mi cuerpo a ver qué emerge.
Apuntes de clases (307)
Una de las contradicciones más grandes con las que me las he tenido que ver estos últimos tiempos es darle clases de Expresión Corporal a niñas y niños virtualmente.
Entiendo el contexto y todo pero creo que no es una buena opción.
Puesta en esa obligación laboral intento llevar esa tarea con la mayor sensibilidad posible en un marco que vivo disparatado y lleno de frustraciones.
Pensando y viendo qué hacer fui haciendo pruebas ya llevamos más de un año en esta modalidad.
Mi principal objetivo es que nos encontremos sensiblemente y estar abierta lo más abierta y flexible a lo que en ese encuentro ocurra.
La Expresión Corporal es un lenguaje de improvisación y es grupal.
¿Cómo tejer grupalidad cuando cada uno de ellas y ellos están en su casa?
¿Cómo transmitir pautas de improvisación y de juego en este marco?
Algo que encontré que es muy interesante es trabajar el aparecer y desaparecer de la pantalla ( creo inspirada por mi fuerte deseo de desaparecer de esta modalidad de trabajo).
Estuvimos explorando cómo sería aparecer solo con una danza de nuestras manos, de nuestros, pies y nuestras espaldas.
Es lindo ver cómo algo de la escondida y del secreto sobrevuela.
Otro tema que vengo trabajando es la danza de las emociones.
Noto a muchos niñas y niños muy tristes, ansiosos y estresados, yo misma lo estoy.
Bailar las emociones, dejar que nos muevan, parece hacernos bien.
Otro tema que apareció de una charla y que los engancha bastante es mostrar la rareza de cada uno, puede ser un movimiento, un gesto, algo que se expresa como extraño y particular en cada quién.
Otras veces cuando percibo que no quieren moverse compartimos un cuento o conversamos.
Se suman hermanitas y hermanitos, mascotas y otros integrantes de la familia.
Hay algo de la intimidad que ha desaparecido.
Hace unos días en uno de los cuadraditos vi reflejada en el espejo que estaba de fondo de una de las alumnas una señora que estaba bailando.
La invité a sumarse frente a la pantalla, es una mamá que viene tomando las clases de Expresión Corporal para moverse un poco.
Apuntes de clases (306)
Estos días me estuve acordando de mi amigo Héctor, me dio curiosidad saber qué diría de estos tiempos.
Creo que también me angustié porque hasta hace poco tiempo podía recordar el tono de su voz, como si hubiesen quedado algunas grabaciones de su voz y de su tos en mi cabeza.
Se esfumó su voz.
Quizá también lo recordé por la casa que demolieron en mi barrio.
A Héctor le gustaba mucho la arquitectura, caminar con él por algunas zonas de la ciudad era como estar con una guía, se paraba y desplegaba la historia de edificios.
Cuando me encontraba con él no tenía que estar apurada, el tiempo que se tomaba para hablar era muy lento y extenso como su memoria.
No vivió en la época en que empezaron a usarse los audios pero imagino que los suyos serían varios cada vez y de cinco minutos como mínimo.
Hace unos días Agustín nos propuso escribir sobre la opción de WhatsApp de acelerar los audios.
Fue interesante la discusión.
Me dí cuenta que mi primera reacción es pensar que el mundo está en una deriva muy decadente y trágica.
Después de ese primer pensamiento, si respiro un poco, puedo intentar pensar otras cosas acerca de lo que pasa y cómo pasa.
Con respecto a la velocidad o a la lentitud, siento que lo que aparecen son pocos matices y opciones.
O al palo o desmayado, como si la conexión, desconexión nos hiciera siempre bailar en dos extremos.
Quizá introducir una tercera opción-velocidad abra a otras, a combinaciones.
Esta semana con algunas niñas estuve usando la palabra demora, » y si ahora demoramos eso, cómo sería» «demorarnos como saboreando un movimiento».
Apuntes de clases (305)
Hace unos veía el video de Anna Halprin a la orilla del mar.
Es muy conmovedor. Se pregunta qué hacen los ancianos en otras culturas, cómo sigue su danza y su vida.
También me gusta bailar en la playa, la última vez que estuve en el mar hice muchas medialunas, es hermoso sentir el viento en la cara y el mareo que genera.
Si llego a los noventa y tantos como Anna me gustaría seguir bailando y haciéndome preguntas.
Me siento vieja y joven a la vez, noto el deterioro que me causa el paso del tiempo, los cambios en mi cuerpo, en mi rostro, la aparición de canas, arrugas.
A la vez cuando me muevo noto diferencias pero no necesariamente en relación al paso del tiempo, mi danza cambió aunque hay temas que insisten.
Uno que siempre retorna es cómo bailar con una parte de mi cuerpo casi sin intención de movimiento, como si estuviese adormecida.
Qué pasa con el resto del cuerpo, cómo se las arregla con esa aparente imposibilidad.
La primera vez que mostré una improvisación con ese tema fue en una varieté en El caldero.
Es caprichosa mi memoria, vuelven imágenes, como fotos con sensaciones: en la pieza que hacía de vestuario, riéndonos y cambiándonos con Mariela y Marina, Osvaldo tomando algo con Marcelo, mis manos estirando la pollera que usé, estaba hecha con un pañuelo de una especie de seda, tenía unos pequeños lunares púrpura.
Apuntes de clases (304)
Cuando empezó la pandemia, en una de las primeras experiencias de encierro, recuerdo que cuando iba a mi pieza a ver una película o a leer miraba bastante las ventanas de un edificio nuevo.
Miraba todas las ventanas, pero una en particular.
Tenía lucecitas de navidad en lo que a la distancia parecía un living, a diferencia de otras ventanas parecía un departamento con una persona sola o de varias personas con movimientos discretos.
Entre página y página o en los momentos en que me distraía levantaba la vista y ahí estaba, ese cuadradito tenuemente iluminado, más cálido que otros.
¿Me estarían viendo desde ese edificio?
Siempre hay un testigo.
Recuerdo un intenso amor que tuve, durante mucho tiempo mi danza estaba dirigida a esa única mirada.
Por suerte y por tiempo eso se esfumó, dejando un suave rastro.
En estos días de vuelta al confinamiento tuve una sensación de deja vú, volví a reparar en la misma ventana, agregaron una repisa en el fondo.
La vida ahora es así.
Lo que a veces me resulta asfixiante es cuando aparece una continuidad sin cortes. Esos intervalos que antes estaban dados por los traslados ahora los tengo que crear, con un cambio de lugar, con una salida.
Volví a retomar algunos estudios que había empezado el año pasado, los libros me permiten viajar a otra parte, pasar horas en otros asuntos.
También volví a las micro exploraciones.
¿Cómo percibir lo diferente?
Aquello que ya cambió sin que lo notara.
Apuntes de clases (303)
Me llamó la atención una entrada del «Diario de duelo» de Barthes, del 31 de octubre de 1977.
«A veces, muy brevemente, un momento blanco- como de insensibilidad-que no es momento de olvido. Eso me espanta.»
Cuando aparece una zona en mi cuerpo que no siente, o que no registra lo que siente, también lo llamo blanco.
En vez de un blanco en la memoria: un blanco en la piel.
Es interesante rastrear con el toque cómo percibo y cuándo se produce ese blanco o ese «salto» en el registro.
A veces es del vasto mundo de la piel, otras es ver en qué lugar el movimiento no viaja, se interrumpe.
Muchas veces al recuperar algo de sensibilidad en esas zonas blancas, o el momento en que vuelve la corriente del movimiento, alguna emoción retorna con la intensidad de lo reprimido.
Entiendo por qué a veces prefiero algunas de las formas de la anestesia.
Apuntes de clases (303)
Revisando materiales encontré algunas frases que vienen de distintas notas, como dice Agustín el sólo ponerlas cerca quizá haga que establezcan nuevas relaciones, las imagino de noche tocándose entre ellas.
Aunque uno se empecine la porosidad de los tejidos te hace intercambiar, ser afectado por el entorno, por los otros.
Hay un acento en el anverso y en el reverso, ir y volver, subir y bajar.
La persistencia de lo suave.
¿Llorar es dar cauce?
¿Cuál es la fuerza que está limitada?
¿Cómo tener una experiencia del tiempo que sea más kinestésica que conceptual?
Pensar a las articulaciones como la conectividad en nuestro cuerpo, permiten que el movimiento viaje.
Apuntes de clases (302)
Hay una frase que cada tanto aparece en las clases con las infancias, es la de que la maestra o «la seño» es «como una segunda mamá».
Siempre me inquietó esa frase, creo que con tener una alcanza.
También me interpela esa enunciación porque no soy madre.
A algunas madres de mis alumnos les lleva un tiempo confiar en que voy a poder ocupar el lugar de enseñarle a sus hijxs sin haber maternado.
¿Cuál quiero que sea mi lugar como mujer en ese rol de maestra con las niñas y niños?
¿Y si lo interesante del espacio de expresión corporal estuviese en generar un territorio propio, «fuera de casa», una comunidad con otros que no son la familia?
Hace unos años atrás unos residentes observaban una clase de expresión corporal que daba me devolvieron algo que me dejó pensando: «sos dulce pero a la vez distante».
¿Cuál es la distancia/ cercanía que deseo construir con ellas y ellos?
¿En qué lugar nos encontramos?
Intento estar presente y sensible en ese movimiento de proponer y distanciarme, de cuidar y de habilitar la aventura, el riesgo de salir de lo familiar.
Muchas veces conversando con compañeras he sentido que amar a las niñas y niños puede devenir abruptamente en su reverso: odiarlos y no tolerarlos.
Entonces la quietud de una niña es dicha como «no me baila», «no me hace caso», «me desafía».
Es ahí donde pienso que se despliega la peor versión materna: la culpa, se toma como personal un proceso y tiempo que es del otro.
Tengo algunas orientaciones con las que me guío: la tarea que nos reúne, el movernos, jugar e improvisar juntos, el generar un espacio cuidado y amoroso entre todos.
Otra pista es el respeto por la singularidad y la rareza que cada niña y niño trae al mundo.
Apuntes de clases (301)
Cuando amanece en mi barrio muchos pájaros van para el noroeste, en dirección a las vías de los trenes, al atardecer vuelven hacia el sur.
¿A dónde irán? ¿a algún lugar con más árboles? ¿a buscar algo?
Es preciosa esa hora de la mañana cuando las cosas aún no tienen movimiento, es como una energía expectante y a la vez suele ser calma para mí.
¿Dónde se posa mirada?
Estos días la sentí menos hacia las cosas y el entorno, algunas experiencias volvieron todo muy visceral, emocional.
Hoy a la mañana noté un cambio, volví a percibir los pájaros, los ladridos de Odie, los movimientos de la cortada.
¿Qué cambia cuando vuelvo a percibir más mi entorno?
Esta semana voy a explorar una pauta muy simple, estar con mi atención adentro y afuera, sin que ninguno de los dos focos cobre más protagonismo que el otro.
Sospecho que como con lo profundo y lo superficial, adentro y afuera están muchos más imbricados, mezclados de lo que percibo.
Apuntes de clases (300)
Soy muy curiosa, lo era desde niña, quizá todos lo somos.
Recuerdo que cerca de mis nueve años me regalaron un libro que se llamaba algo así como el libro de las preguntas.
Algunas de las que se desplegaban : por qué el arco iris es de colores, por qué hay días y noches, estaciones, por qué llueve y así.
Muchas de esas preguntas eran por el origen y el por qué de las cosas.
Recuerdo que si conversaba con mi papá sobre alguna de esas preguntas la charla era muy racional y científica, si era mi mamá la que me respondía lo que empezaba era otra historia, una impregnada de misterio y espíritu mítico.
Asocié este libro de mi infancia a uno precioso que me regaló Mariana «La vida de las plantas.Una metafísica de la mixtura» de Emanuele Coccia.
Ayer volvía a leer que en el 2004 unos paleontólogos descubrieron una roca formada por sedimentos del devónico en la Isla de Ellesmere, restos que datan de 380 a 375 millones de años de una especie de pez, un híbrido entre pez y aligátor.
Ese pez parece ser la prueba del origen marino de la vida animal en la tierra.
«Si la vida es siempre y no puede más que ser inmersión, la mayoría de los conceptos y divisiones que aplicamos para la descripción de la anatomía y la fisiología, así como el ejercicio activo de las potencias corporales que nos permiten vivir, en suma la fenomenología de la existencia concreta de todo ser viviente, merece ser reescrita»
En otra parte desarrolla que para todo ser sumergido, la oposición entre movimiento y detención no existe: «la detención es uno de los resultados del movimiento y el movimiento es, como para un águila que planea, una consecuencia de la detención»
No sé si uno busca confirmaciones de lo que hace, de cómo se mueve, o será que sostenemos una pregunta para modificarnos en esa búsqueda.
¿Cuánto podemos cambiar? ¿puede una detención, contemplación generar transformaciones? ¿qué pasaría si moverse como cada uno lo hace fuese un lugar fijo y estático?
Ilusión de movimiento.
Apuntes de clases (299)
Hay días que me levanto con poco contacto con las cosas, mi cuerpo tiene menos peso y sus límites son difusos.
El piso deviene arena, selva o piedra y ya no estoy en mi casa.
Son días en que las sensaciones de mi piel se vuelven el centro de todo.
Tengo que andar con cuidado cuando estoy así, puedo tener pequeños accidentes y seguro quemo las tostadas.
Apuntes de clases (298)
Recuerdo con mucha intensidad cuando en la primaria me enseñaron «los sentidos».
Las láminas eran de tonalidades ocres, tenían grietas y había que buscarlas en la biblioteca, la niña que fui levantaba la mano con ansiedad esperando ser elegida para esa tarea, en general me gustaba mucho salir del salón.
El caso es que las láminas eran pesadas, la de los sentidos eran varias y tenían en cada extremo una madera que las enmarcaba.
El sentido del tacto estaba mostrado con un cubo de piel, carne y un pelo que siempre me pareció demasiado grande con respecto a la piel, según me explicaron esa imagen era «como ver un pedacito de nuestra piel con un microscopio».
La escuela siempre tan a contramano de las experiencias del cuerpo, ¿cómo no nos hacían tocar nuestra piel?, ¿cómo niños de 9 años van a conectar esa imagen y esas explicaciones a su propia experiencia con el contacto?
Mi señorita de Ciencias Naturales se llamaba María Elba, era fumadora y todo su cuerpo olía a tabaco, recuerdo que me impresionaba uno de sus dedos que era amarillo, para mí era un enigma, tiempo después entendí que estaba teñido por sus puchos.
Ha pasado mucho tiempo y aunque los recursos cambiaron, el paradigma con el que en muchos lugares se piensa a los sentidos sigue siendo el mismo.
Se enseña que los sentidos son cinco, cuando hace rato se sabe que junto con los sentidos se forma el movimiento, eso tiene consecuencias muy alucinantes, una de ellas es: el modo en que nos percibimos y dialogamos con nuestro entorno está en íntima relación con cómo nos movemos.
A medida que ampliamos nuestras posibilidades de movernos y explorar cambia nuestra percepción;sería comparable a viajar:amplía nuestras posibilidades de sentir, percibir y nos transforma.
Apuntes de clases (297)
Trasplanté un pequeño cactus y sin darme cuenta me clavé una espina debajo de una de mis uñas.
Es impresionante como algo tan pequeño puede tener tanta presencia en la percepción.
Me hizo acordar a lo fuerte que puede ser la experiencia de cortarse con una hoja de papel.
Son milímetros, en el caso de la espina del cactus quizá menos; con la persistencia del tajo o de la diminuta espina la molestia puede crecer bastante.
Si tengo esa posibilidad de percibir algo tan sutil ¿por qué no está disponible siempre?
Pienso en el registro de una tensión apareciendo cuando ya es bastante intensa.
¿Cómo habito la génesis de esa tensión?
Es como si a veces no pudiera percibir cuando las nubes empiezan a juntarse y comienza a oscurecer.
¿Qué pasa con mi percepción antes de la lluvia?
Apuntes de clases (296)
Hace rato que me quiero comprar una brújula, buscando otra aplicación en el celular descubrí que mi celular tiene una.
Lo que me pareció muy hermoso es que para que empiece a funcionar hay que dibujar un signo de infinito con el celular en la mano.
Así se calibra la brújula.
Estos aparatos que no tienen corazón intuyen que para orientarse muchas veces hay que conectarse con alguna trama más amplia e ilimitada.
Ese dibujo del ocho o infinito lo trabajo bastante en las clases individuales, de pie, haciendo ese dibujo con los dedos de las manos hacia el piso y dejando que el movimiento viaje por la mano, muñeca, antebrazo, brazo y omóplato.
En esa secuencia se notan bastante las conexiones, desconexiones que tenemos entre las manos y nuestros omóplatos.
Cuando sintonizaba la brújula de mi celular, no sé por qué recordé un beso en particular.
Fue hace mucho tiempo.
Estaba en mi pieza de calle Suipacha, nos besábamos con un muchacho, en un momento interrumpió el beso para decirme si sabía que los dientes eran huesos: «es como si no es estuviésemos lamiendo parte del esqueleto» agregó.
Creo que lo dijo para sorprenderme o seducirme con un saber que él tenía y yo desconocía.
Me inquietó mucho su comentario,tanto tanto que ese fue nuestro último beso.
Apuntes de clases (295)
Valeria me recomendó ver una performance de Marina Abramovic y su pareja Ulay.
Se llama Breathing in-Brething out.
Es impresionante, ambos están besándose apretadamente, respiran el aire que el otro exhala, les lleva 19 minutos y 15 segundos consumir todo el oxígeno y desmayarse, así termina la performance.
Queda claro que para estar con otro y no desmayarse en el intento es necesaria cierta distancia.
Ahora: cómo vivo la intimidad y la distancia en el amor es para mí un gran misterio.
Muchas veces algunas proximidades me han resultado muy invasivas e inquietantes.
Otras veces la intimidad ha sido deliciosa y transformadora.
Con la distancia y el espacio me pasa algo parecido.
Viendo la performance volvía a pensar en cómo el encuentro con otro en parte es el arte en el tiempo de esos vaivenes entre intimidad, cercanía y espacio, distancia.
Mucha de las alegrías y dolores que he vivido en el amor tienen que ver para mí con estos movimientos.
Apuntes de clases (294)
Cuando salgo a hacer las compras puedo ver cómo está mi imaginación ese día.
Recién noté una leve tendencia a la catástrofe: vi a unos empleados de la EPE e imaginé que caían al gran pozo que estaban haciendo.
Otras veces tengo una imaginación más optimista.
Pero la que prefiero últimamente es una imaginación más mezclada, como las galletitas marmoladas, que es quizá un poco triste o trágica pero también delirante, frondosa y por eso también más vital.
Quizá las experiencias sean así, hechas de distintos materiales, emociones, sensaciones.
Me gusta preguntarle a los otros qué imaginan sobre sus cuerpos.
Casi siempre quien se acerca a mis clases viene con algún dolor o lesión que se volvió insoportable.
Hay pocas personas que vienen con el comienzo incipiente de un malestar.
Cuando charlamos por primera vez, es interesante para mí escuchar la genealogía de ese dolor.
Generalmente ese primer relato tiene mucho del discurso de los médicos, traumatólogos o similares adonde acudieron primero para buscar respuestas sobre el malestar.
Me doy cuenta que parte del trabajo es construir un relato propio sobre el origen del dolor y las posibles direcciones del alivio.
Estoy implementando el uso de una bitácora o diario, para que después de cada experiencia escriban.
Lo de escribir, pintar, modelar lo siento cada vez más central para el trabajo con el cuerpo: es poder metaforizar, no estar tan literal y tan «en la carne».
Es tomar distancia y poder escuchar qué emerge cuando nos sumergimos en esa infinita búsqueda que es movernos.
Apuntes de clases (293)
Este año estar de vacaciones es poder ver una película a cualquier hora.
Ayer volví a ver «El silencio es un cuerpo que cae» de Agustina Comedi.
Es conmovedor cómo va construyendo a su padre, la mueve un comentario que recuerda que dice que cuando ella nació una parte de la vida de su padre murió para siempre.
Siempre me inquietó lo poco que se puede conocer a la familia.
No existe la distancia necesaria.
Hay dos frases muy hermosas que dice Agustina mientras va hilando su relato, una: «el amor no se termina», la otra «el silencio es lo único que pesa».
Pensaba el aire necesario para hablar, soltar el aire para que ese soplo devenga sonido, palabra.
Apuntes de clases (292)
Cuando empezó la pandemia sucedían muchas cosas on line, pensadores, filósofos, artistas, casi todos reflexionando, tratando de entender o expresar un evento tan excepcional y global.
Entre las cosas que tomé, hubo una clase muy preciosa, la dio Pablo Francescutti, fue sobre el Eternauta y la organizó la Escuela de Literatura de Rosario Aldo Oliva.
Lo que más me impactó fue su pregunta ¿cómo responde un grupo humano ante una catástrofe?
Con lucidez y humor fue conectando y desplegando esta pregunta con libros, películas, medios de comunicación, de una manera muy impresionante.
A parte de lo que aprendí, resoné con otras cosas.
Recuerdo que Osvaldo me prestó un libro de Pablo “Historia del futuro”, me atrapó, no sé que decía pero lo leí de un tirón.
Había ya en mi una curiosidad y ansiedad con respecto al tiempo.
Conocí a Pablo en un casamiento, al que fuimos con Osvaldo, él estaba con su novia, ambos seducían hasta a las baldosas.
Bailaban hermoso, yo los miraba embelesada, para mí eran como una aparición que simbolizaba belleza y libertad.
Es misterioso cómo proyectaba en ellos algo que quizá anhelaba:una osadía, una forma muy encendida de estar en la vida.
Nunca me sentí ni muy osada, ni muy libre, ni muy encendida, sino más bien temerosa y conservadora.
¿Cómo soy?
Quizá eso se responda siempre en relación a otros.
Algo se va moviendo, quizá con los cambios que percibo en mi cuerpo con el paso del tiempo, vengan también otras posibilidades.
No me refiero sólo al deterioro que traen los años, sino también y al mismo tiempo otras conexiones, otros despliegues.
Me siento un poco en esa transición, entre la que fui y la que va apareciendo.
Apuntes de clases (291)
Me levanté con ganas de bailar, mientras tomaba unos mates puse la radio, un programa de noticias, me empecé a angustiar, hablaban de la segunda ola de contagios, de rebrotes.
Me fui al piso a respirar, puse música, imaginé recordé cuando estaba encerrada y filmarme bailando y compartirlo era un gesto de comunicarme con otros, de decir:creo desde estas ruinas, creo de crear. Qué diferente es decir creo en estas ruinas.
Bailé como hacía rato no bailaba.
¿Si no hay nadie atestiguando mi danza vale igual ?
Estuve unos días en la isla, en lo de mi amiga Paula.
Entre las cosas que charlamos planeamos filmar algunas cosas de la danza en ese entorno.
No soy bailarina, es una palabra que viene del ballet, y al lado de una bailarina soy muy vaga, entreno respirando en el piso y lo que hago lo puede hacer cualquiera que se sumerja en el viaje de las sensaciones y de la atención.
Es dejarse mover por las sensaciones, el entorno, el viaje de la atención.
Cuando veo Ballet o juegos olímpicos, miro maravillada esa perfección pero no me implico, es algo distante, ajeno a la realidad de mi cuerpo.
¿Qué atrae mi mirada?
Los cuerpos con asimetrías, con dificultades, alguien que baila una imposibilidad, una pregunta, un problema.
La perfección y la destreza tienen un costo demasiado alto.
Donde muchas personas ven belleza yo veo un cuerpo sufriente, es como si no pudiera obviar cosas que ya sé de esos disciplinamientos del cuerpo.
Volviendo a lo que me atrae, considero bello lo imperfecto.
2020
Apuntes de clases (290)
Hace unos días, cuando compartí una foto de la película «Primavera, verano, otoño, invierno….y primavera», me escribió Agustín, quería recordarme que yo le había hecho ver esa película.
Me conmovió su mensaje, Agustín es el hijo de una ex pareja, era un niño de diez u once años cuando vimos esa película, me recordó la mesita con rueditas con la que trasladábamos una tele inmensa de una pieza a la otra, hacía un pequeño chillido y rayaba el parquet.
Me hizo recordar la casa de calle Callao.
Vivimos muchas vidas en una vida con un mismo cuerpo.
A veces creo que hacemos como un tributo, un homenaje con nuestro cuerpo a ciertos momentos de nuestra vida, a ciertos vínculos.
Tener la espalda o los pies de una abuela, el modo de caminar de un padre, de un amigo, una tensión en las dorsales que nos recuerda una separación, las manos de una madre.
Quizá la resistencia a cambiar la forma en qué habitamos y vivimos nuestro cuerpo esté relacionado con esto.
¿Y si con ese cambio perdemos la memoria de esas experiencias?
¿Y si con ese cambio se corta esa conexión con nuestro linaje?
¿Y si con esa transformación ya no nos reconocemos?
Apuntes de clases (289)
Ayer recibí un mensaje de Agustín, había visto la imagen que compartí de «Primavera, verano, otro invierno y… primavera» de Kim Ki-Duk y me decía que si recordaba que yo le había hecho ver esa película, «en el televisor de la mesa con rueditas», me dijo.
Me conmovió su mensaje, Agustín es el hijo de Osvaldo, con quien fuimos pareja hace bastante tiempo atrás.
También me dio risa, cómo creí que era buena idea hacerle ver esa película a un niño de diez años.
Nunca sabemos qué estelas dejamos en los otros.
Esa película me marcó profundamente.
Recuerdo la escena en que el maestro lo hace subir una colina con una piedra atada a la espalda, o al pie.
Así me sentía en ese momento arrastrando un peso pesado como esas piedras.
Hay otra escena que vuelve, es de la «Lección de piano» la protagonista tiene piedras atadas a sus tobillos, se sumerge en el agua, con enaguas de encaje y polleras de tela azul, se va hundiendo, no recuerdo cómo llega ahí,no venía bien, igual la escena es muy bella, la luz de la superficie vista desde el fondo y su cuerpo y sus polleras moviéndose debajo del agua mientras se hunde.
Me gustan las piedras, tengo muchas en casa, algunas que he juntado en viajes, otras que me han regalado.
Guillermo una vez me contó algo que me impresionó. Lo habían operado de la vesícula, estaba en Estados Unidos, cuando salió de la operación el médico le regaló un frasco con las piedritas que le habían sacado.
Lo imagino viajando de vuelta en el avión, con la bandeja esperando la cena, en una mano un jugo y en la otra el frasquito con sus piedras.
Apuntes de clases (288)
Me llamó la atención que ayer cuando quise escribir un apunte en la sección de notas, facebook me avisó que ya no dispongo de esa sección.
Coincidió con la publicación de mis apuntes.
Imaginé que publicarlos en papel sería una continuidad de publicarlos en facebook, en parte es así y en parte es otra cosa, ahora tiene una corporalidad, una materialidad.
Estoy contenta por la publicación y cansada por este intenso año.
Una de mis compañias de estos tiempos ha sido Santiago, nos conocimos hace unos años en una formación en Barcelona.
Desde entonces seguimos conectados y durante la pandemia nuestras charlas por audio se volvieron más frecuentes.
Su voz hace que me detenga.
Vive en Gijón, en su audio de anoche me contaba que estaba escuchando el ruido del mar, que era de noche, por un momento imaginé la colina desde donde veía el mar.
A través de él estuve conociendo bosques y senderos, percibiendo que la vida continúa del otro lado del océano, con la experiencia de la pandemia que fue común a los dos.
Estos días estoy empezando a cerrar el año, con el sabor amargo de haber sido confinada a la silla y a horas de computadora como cuando trabajaba de secretaria.
He podido entender que no sólo bailo y me muevo porque quiero, sino porque no puedo quedarme quieta, un poco por mi ansiedad y otro poco por cómo soy en el mundo.
Proceso mi vida en movimiento.
Cuando el aislamiento fue más intenso, agarraba el bolso de las compras y caminaba en círculos concéntricos hasta llegar al Delfín, el super de mi barrio, me compré una bici y retomé las pedaleadas, sentir el viento en mi cuerpo me daba mucha libertad en un momento lleno de miedos y restricciones.
Hice cosas para resistir, pero siento las secuelas en mi cuerpo.
El salir a la calle se me ha vuelto todo un evento, me canso muy rápidamente y percibo tanta locura, dolor y malaria que creo que ni bien pueda vuelvo a fase uno.
Sólo quiero encontrarme con las personas que quiero, con lo que me nutre.
Cultivar lo bueno se volvió central para mí.
Hace unos días leí un artículo de Marcelo Figueras que se llama “Inocente cuando sueñas”, me pareció un tesoro, un soplo vital.
“Haría falta cuidar la inocencia, protegerla, pasarle el plumero de vez en cuando, porque es la estantería donde está guardada y exhibida nuestra mejor parte, la belleza que querríamos que nos definiese, los potes y cuenquitos donde atesoramos las aspiraciones más altas. Hemos vivido cosas difíciles y seguramente sobrevendrán otras, pero no podemos permitir que nos caguen la estantería a piedrazos y después la desmonten de la pared. No está bueno resignarse a vivir el resto de la vida en una casa incompleta, mirando a diario la pared desnuda, la mancha que quedó donde había algo que nos gustaba tanto y nos conmina a vivir pensando en lo perdido”.
Apuntes de clases (287)
Este año fue intenso, extraño.
Ayer leía el asunto de los mails de los estudiantes del profesorado: “mi situación” “ para aprobar” “desconexión y otras cosas” “una cosa importante”.
En un año corriente los estudiantes me interceptan, hasta me arrinconan en los pasillos, me esperan a la salida o a la entrada del salón, generalmente esas conversaciones vienen a explicar por qué no pudieron estar, entregar trabajos, comunicarse.
Me llama la atención como esas negociaciones en relación a la acreditación se mudaron al aula virtual.
A principio de año discutíamos que si virtualidad si, que si virtualidad no en las clases de danza, lo que más me inquietaba y me inquieta es que los espacios educativos no estuvieron dispuestos a parar y tomarse el tiempo para crear otra cosa.
Varias noches me desvelaba esa poca permeabilidad y sensibilidad, como si quienes llevamos formamos parte de esas instituciones no estuviésemos terriblemente afectados.
A medida que fue pasando el tiempo fui obligada a sostener mis clases de expresión corporal y anatomía vivencial de manera virtual y digo fui obligada sin dramatismo, se trató de dar cuenta de nuestro sueldo y la contraprestación.
Las instituciones con diferentes estilos de gestión son jerárquicas, aparecieron circulares, marcos, pautas, fechas, se cerraron los espacios de discusión y desaparecieron las preguntas.
Una vez más nos adaptamos, las instituciones siguen igual, aunque en su fisicalidad sé que se deterioraron igual o más que nosotros.
Sobre fin de año comenzó la épica heroica, y una lectura muy poca crítica de los resultados de este proceso. Quizá me ilusioné con que la pandemia nos transformara, en todo caso entiendo desde mi todo lo que uno puede hacer para resistirse a cambiar y a soltar algo que no va más, que duele o enferma.
En el terreno de lo absurdo algo me sucedió, mi ánimo de evaluar decayó y eso hizo que mis clases se volvieran más ligeras y despreocupadas en relación a garantizar algo de la transmisión, me gustaría conservar esta mirada.
Apuntes de clases (286)
No sé por qué hoy en una clase de consulta de anatomía vivencial me acordé de una imagen.
Es del el libro “El sonido de los colores” de Jimmy Liao.
La imagen que se me apareció es la de la protagonista de ese cuento, que es una niña ciega, está en un andén de un subte.
Es extraño cómo volvió esa imagen, más extraño es por qué la asocié a lo que estaba explicando sobre las vértebras.
Más temprano leía el libro de Alberto, Tiempo de más, qué precioso título.
Lo del tiempo de más me intriga, ¿será que es un tiempo que sobra?,¿ será que se trata de algo que no terminó?, ¿que no cambió?.
Ahora que recuerdo, debajo de la imagen que recordé decía algo así como no quiero ir a ninguna parte.
Algo de eso siento estos días.
En un año donde los viajes, los traslados, las trayectorias se vieron suspendidos, si mañana todos esos movimientos se habilitaran creo que necesitaría un tiempo de transición, entre este encierro y lo otro.
Noto las diferentes experiencias de mi cuerpo, entre no poder salir y no querer salir, entre estar en casa y sentirme en casa.
Apuntes de clases (285)
Busqué un artículo que había leído hace bastante, es de Mónica Groisman, no sé cómo se llama, es casi una pieza arqueológica:una fotocopia amarillenta por la luz que se ve que entra y sale del bibliorato donde descansa.
Lo fui a buscar porque entre los temas de conversación con amigas aparece una y otra vez, la tensión, el estado de alerta, la ansiedad en los cuerpos en pandemia.
La idea central de ese artículo es que la relajación como ideal, la búsqueda de la “no tensión” es un imposible para la experiencia humana.
El eje tensión-relajación es constitutivo de las corporalidades. Mientras en la década del cuarenta y del cincuenta del siglo pasado, la tensión aparece como algo que es necesario disolver, como un ideal a alcanzar, los nuevos paradigmas recuperan las nociones de movimiento, conflicto, enfrentamientos, deseos.
Lo que pienso en estos días es que la paleta sensitiva suele ser muy extrema: o se siente todo,se vive al palo, en velocidad, conectividad, tareas, estímulos o uno se desmaya, se desenchufa abruptamente, enferma para descansar y parar.
Casi como un switch on- switch off de los dispositivos que ya son extensiones de nuestras corporalidades.
Ni la tensión es mala,puede ser pensada como la fuerza que permite que no nos disgreguemos, quizá haya que ver qué hacer cuando deviene excesiva. Ni la relajación es buena en sí misma, a veces la salida es subir el tono, accionar, huir, correr, bailar.
¿Cómo ampliar los matices de nuestra experiencia corporal?
Siento que el cuerpo es paradojal, contradictorio, me gusta pensarlo como un enigma, no a resolver sino a vivir.
Apuntes de clases (284)
Ayer vi un video que compartió Martin Keogh, es de un skype que hizo con Nancy el verano del 2019, nuestro invierno.
Me hizo llorar,quizá por lo viva y despierta que estaba.
Cuenta una experiencia que tuvo en el invierno, con un día de mucha nieve, estaban en un intensivo, salió a caminar y vió el brillo, las chispas de la nieve, va conectando esa experiencia y el darse cuenta que toda su vida fue buscar esa chispa, ese brillo y :¿qué es eso? y ¿qué hay en eso?
Luego habla de aquellos bailarines que tanto en un Jam, como en una performance se sienten invisibles;habla de qué es lo que hace que uno esté adentro, o esté afuera. Dice que estar afuera es una ilusión, que siempre estás adentro y afectás a los otros con tu presencia, así sientas que no estás haciendo nada, que nadie te advierte.
Relata también que hicieron con Lisa la última edición impresa de Contact Quaterly ( después de cuarenta años)antes de pasar a la edición on line dice que dimensionó el lugar que ocupaban físicamente todas las revistas y que había imaginado, casi como en una performance, que tiraba todo ese papel por el aire como un ramo de novia, a otros.
Me siento en deuda con su legado, con semejante trabajo hacia lo colectivo, con su transmisión amorosa, con su pasión por conversar y pensar con otros.
En un momento de la charla, dice de que no sabe si va a llegar a la celebración aniversario de contact (que es en junio, ella muere en mayo).
Me impactó, su pelo corto rizado( la primera vez que la veo sin su larga trenza canosa) la vitalidad y a la vez la conciencia de que quizá no iba a sobrevIvir dos estaciones.
Hace unos días hablaba con alguien de lo valiosas que son las personas que ante las contingencias y dificultades que tiene cualquier existencia, hacen no sólo para sí, sino para otros.
Que esa chispa sea mi orientación.
Apuntes de clases (283)
Estoy tomando unas clases que me gustan mucho,las da Marcela una maestra chilena, es un grupo pequeño, la mayoría de mis compañeras son de Santiago.
El lunes en uno de los cuadraditos que se forman en el panal zoom, apareció la cordillera, la vista era impresionante, un gran ventanal a la montaña.
Pensaba en la distancia,el tan cerca: hago las clases en el living de mi casa y el tan lejos: la cordillera y un paisaje que contrasta con la llanura en donde vivo; la distancia y la extranjería, sus expresiones y tonos son de otro lugar, ¿ellas me escucharán de ese modo?
Estoy preparando las clases de anatomía y movimiento y me encontré algo que no aparecía tan central, estaba leyendo sobre la relación de los pies con la tierra, de la compleja organización que es caminar.
Muchas veces he leído y escuchado esto de empujar hacia el piso, ceder el peso y empujar para dar el paso, en lo que leí esta vez aparecía otro concepto, era el de articular.
En vez de poner el foco en empujar, conectar los huesos de los pies, recuperar la movilidad para articular, para dar ese paso aprovechando los sutiles y pequeños movimientos de los huesos de los pies.
Es una diferencia, quizá un detalle, pero me llenó de aire los pies y mis pensamientos.
Creo que he empujado lo suficiente.
Volveré a caminar por la playa, en la arena mojada donde ese empuje se vuelve huella húmeda o por los senderos de Misiones donde el piso rojo y lleno de vegetación silencia mis pasos.
Apuntes de clases (282)
Cuando empezó la pandemia y la ansiedad me lo permitía, en uno de los lugares donde encontré refugio fue en la lectura.
Volví a los apuntes que tomé cuando fui a Barcelona a estudiar anatomía para el movimiento.
Van algunas anotaciones al margen que no tienen que ver directamente con el estudio pero que las siento como música de fondo de esa intensa experiencia:
El estudio es hermoso, está en una zona de galpones reciclados, un bario que se nota que hace poco está cambiando. Todo es blanco, hay dos gatos un siamés y uno negro.
Una compañera me recomendó Agnes Obel, el album The curse.
¿Tengo la atención de una libélula o la de un bisonte?
Enfrente hay un bar, me gusta llegar un rato antes y tomar un jugo,tomarme tiempo para llegar. Hace bastante calor, las jornadas son largas desde la mañana hasta la tarde, de a poco vamos teniendo más onda entre nosotros, hoy quedamos que vamos a ir a tomar algo.
Hoy Manuela me pidió que le explicara el significado de algunas palabras que uso, dice que quiere aprender a hablar en argentino.
Helena contó que su papá nació en Egipto y a los trece años había emigrado a Paris;hablaba cinco idiomas, pero que cuando se enfurecía maldecía en serbio.
La obra de Santiago en Vimeo, se llama”Zigurat”, Rabos de largatija.
Estoy cansada, mucha información y vivencias hoy, me distraigo mirando al flaco australiano que según me contó ayer, alquila la oficina unas horas para trabajar. Es muy hermoso cuando se rie, de este lado del vidrio me distraigo imaginando su vida.
Apuntes de clases (281)
Mi mejor amiga de la primaria se llamaba María Luz.
Me gustaba mucho ir a dormir a su casa, era como otro mundo para mí.
Recuerdo que durante mucho tiempo habían perdido la llave de la puerta de calle de su casa y entrábamos por la ventana, eso era el preámbulo de otra realidad.
La casa estaba muy desordenada, todo estaba en otro lugar,los juegos eran de un despliegue inmenso, pasábamos horas jugando en la cocina, dábamos vuelta todo.
Estábamos mucho en la calle, en una parte de Fisherton, robábamos flores, yo llevaba una patineta con un balde y María Luz que era más osada saltaba adentro de los jardines, todo olía, el verde, las flores, el barro, las zanjas.
Cuando el papá nos llevaba en auto nos decía que podía volar,ahora que pienso lo hacía cuando pasaba por el viaducto Avellaneda, iba relatando la aventura y en un momento sentíamos que se despegaba del piso.
Fue en un cumpleaños de ella que jugamos por primera vez a la botella, recuerdo la luz naranja que pasaba por la cortina de la pieza donde estábamos, el calor en mi cuerpo y el deseo de forzar el azar para besarme con el niño que me gustaba.
Apuntes de clases (280)
El domingo pasado en la clase con Zhen dijo que nuestro cuerpo no es tan científico.
Qué sencillo y preciso.
Claro que nuestro cuerpo no es tan científico, yo agregaría muy poco científico!, siento que responde a leyes que cada uno va descubriendo, sobre todo en los momentos de padecimientos.
No estamos habituados a registrar lo sutil, lo pequeño a veces tienen que venir fuertes dolores o impedimentos para que nos avivemos.
Avivarse, como movimiento vital, saludable y esto es muy diferente para cada quien.
Recuerdo una charla con mi amigo Héctor que cambió mi modo de pensar la salud; yo le decía por qué no fumaba menos, tomaba menos café y dormía más, envuelto en humo y muy dulcemente me explicó cómo esos hábitos hacían más o menos posible sus días, que si no lo iba a matar antes la ansiedad.
Hay deseos que a veces se manifiestan con excesos ¿Cuál será la medida?Seguro se escriben en plural, hay quiénes prefieren arder en sus pasiones,encuentran sentido en la intensidad, otros disfrutan de la mesura, de la estabilidad de algunas cosas.
Quizá esté sobrevalorado vivir mucho tiempo, durar.
Apuntes de clases (279)
Estuve releyendo el libro Inside Motion de John Rolland, tiene un modo de escribir muy austero, preciso, me gustan los dibujos y gráficos que tiene.
Hay un concepto que es muy potente, habla de cómo una acción imaginada funciona como un ensayo instantáneo, que ayuda a establecer una suave transición entre la intención, la organización y la acción.
Llama pensamiento sentido al puente que conecta la intención (que es cortical) y el acto ( que es subcortical), este tipo de pensamiento está formado por vocabulario de símbolos no verbales que encapsulan la información cinestésica abstracta de la experiencia sensorio motora previa.
No deja de maravillarme que la imaginación y la acción son casi lo mismo para nuestro cerebro.
La imaginación como ensayo de aquello que queremos hacer, la imaginación guiando la intención.
Hace unas semanas empecé a sacarle fotos a las flores de mi balcón, la clidia floreció por primera vez desde que me la regalaron, naranja e intensa, luego hay unas flores diminutas que son preciosas.
Las miro un poco sorprendida, ¿ cómo es que florecen con este clima tan áspero?
Apuntes de clases (278)
Hace unos días conversando con unos amigos hablábamos de las sensaciones corporales de estos tiempos; les contaba que me siento con poco peso, pero no ligera como otras veces o leve, la sensación de poco peso es como de suspensión.
Más tarde pude conectar esa sensación que venía sintiendo con cosas que se suspendieron, cambiaron, se volvieron inciertas para mí.
Esa falta de peso es también una falta de sostén, de piso, de raíz.
Inicié hace unos días unas exploraciones en el piso, tienen varios momentos, es impresionante cómo a medida que las voy transitando vuelve el contacto con el suelo, la levedad queda en la respiración, me organizo diferente en la vertical y en la caminata.
Parece contradictorio, pero a medida que el peso vuelve la levedad es otra cosa, como si peso y levedad dialogaran y se transformaran mutuamente.
Creo que necesitaría tres o cuatro palabras más para poner entre peso y levedad palabras que puedan describir más detalladamente los matices, los cambios de estado.
Apuntes de clases (277)
Cuando era un niña las frazadas eran pesadas.
Recuerdo que mi abuela Elsa me ajustaba las sábanas y quedaba como aprisionada en la cama, el acolchado tenía una flores verde oscuro como de pana, mi cuerpo quedaba ajustado, la recuerdo entornando la puerta, no me dormía enseguida, veía la luz violeta azulada del televisor de la pieza de mis abuelos, mi cuerpo estaba casi inmóvil, los pies fríos y esa sensación de peso, entre agradable e inquietante que no me dejaba mover.
Cuando era una niña mi mamá me ponía un pasamontañas de lana que picaba, porque la lana picaba. Recuerdo a mi hermana a mi lado caminando por calle Salta el viento helado en la cara ¿hacía más frío que ahora o es una distorsión más de mis recuerdos de infancia?
Cuando era una niña los domingos a la noche mi mamá nos secaba el pelo, cierro los ojos y puedo escuchar el rugido de las pantallas que calefaccionaban las piezas, la sensación de sus manos y el cepillo.
Cuando era una niña el frío del invierno en mi cuerpo era otra cosa.
Apuntes de clases (276)
Pasé muchos días sin ir al piso y ayer cuando fui fue como un reencuentro.
Estaban ahí las huellas de estos últimos meses, las sensaciones en mi piel con la llegada del invierno.
Mi columna está más flexible, estuve haciendo micro exploraciones y está esa estela en cómo viaja el movimiento.
Como soy muy friolenta tengo muchas capas de ropa y abrigo, noto el peso de mi ropa cuando me desvisto para ducharme, los registros son siempre por comparación, por notar una diferencia.
Hay huellas de una ausencia, en la piel es sin estridencia, como el registro de un cambio de temperatura, un cambio de peso, de textura, de olor.
Me estoy dejando el pelo largo y siento el roce en la cara, en la nuca, hace unos días me dieron ganas de hacerme una trenza, falta un poco para eso, hay que dejar pasar tiempo e inhibir el impulso de ir a la peluquería.
El pelo también pesa, eso me gusta de tener el pelo corto, siento la cabeza más liviana.
Hace bastante que vengo pidiéndole a Mechi que me tiña lo que llamo un “secreto violeta”, ella que tiene el pelo largo y de tres colores, me mira desanimada, le pido que me tiña un hilo finito violeta, que esté escondido, que sólo se vea cuando el pelo se mueva.
Hace unos días tomamos un café y sacó de la mochila la tintura violeta y me la mostró sonriendo. Valoro el gesto de amor que es para ella hacer algo tan diminuto,solo perceptible al ojo atento, ella que es hermosamente llamativa, exhuberante,tropical.
Apuntes de clases (275)
A mediados de mayo organizamos con Paola, Sandra y Alejandra un encuentro que se llamó: “Cuerpo y entorno”.
Fue precioso y preciso.
Transcribo algunas notas que tomé de los escritos e intervenciones de los que formaron parte:
La creación de una palabra voz/vos.
¿Cómo toco los espacios de mi entorno, ahora estando aquí, cuando no puedo estar allá?
La escritura desborda y borda a la vez, excede por mucho el plano de la información.
El aire como el conector dentro de la casa, fuentes de energía reparadoras: el sol, el movimiento, el descanso, lo blando, la quietud.
Hacer tiempo para que emerja desde adentro el nuevo acomodamiento.
¿Y si me olvido de cómo es observar los cuerpos?
Cómo la lectura pasó de ser una experiencia colectiva, física a una experiencia individual, silenciosa.
Lo virtual como parte de nuestra realidad, lo virtual como creación eminentemente humana.
Los cuerpos en un estremecimiento diferente.
Ahora aplico una lógica isleña, hago una cosa a la vez, en vez de comer me alimento, la ducha, el agua reemplaza el contacto.
¿Vale la pena el aire purificado?, ¿el delfín en Venecia?, ¿por qué es noticia un oso?
Decir tiempo por ejemplo y que todo se detenga de una buena vez para apreciar lo hondo y lo suave.
Apuntes de clases (274)
Desde que empezó la pandemia leo las reflexiones y los artículos que postea Inés, me interesan sus preguntas y cuestionamientos a la escuela.
Ayer me mandó un mensaje con un artículo que se llama “Nuevas coreografías sociales posteriores a la cuarentena ¿ se reinventa la sociedad (y la escuela)?”
Se pregunta cómo poner en práctica y reinventar las nuevas coreografías sociales.
Habla de la reconfiguración de los afectos, de la autonomía, de la sumisión, de la topocoreopolítica.
Miraba las imágenes del artículo de intervenciones arquitectónicas preciosas, de decisiones éticas y estéticas frente a la vuelta con distanciamiento.
Me conmovió particularmente cuando desarrolla la supervivencia de la respiración y de los afectos.
Respirar las formas del amor, del afecto.
A veces son espacios de nutrición, otras me dejan sin aire o con demasiado aire y el contacto se vuelve difuso, inmaterial, casi como un sueño.
Apuntes de clases (273)
Cuando apareció la demanda de trabajar virtualmente tuve mucho malestar; en un primer momento defendí la presencialidad, la corporalidad, el contacto, el entre de los cuerpos, el olor, el sudor, lo vivencial.
Pasaron los días y empecé con las clases virtuales, me resisto a los vivos y por ahora es contacto escrito. Imagino que mis alumnos deben estar adaptándose a mis escritos interminables, las vueltas discursivas que doy en las clases en vivo se repiten en las consignas escritas.
Ahora que pasaron meses de esta experiencia ,no tengo claras algunas cosas que estuve afirmando.
Por ejemplo: siento la calidez y la frialdad de mis alumnos, aquellos que lo hacen como un trámite burócrático y quienes se los lee deseantes, desafiantes, apasionados.
¿Qué es el contacto ahora?¿qué les llegará de mi?
Siento que algo muy profundo se está moviendo.
Estoy revisando lo que concebía como intensidad, que para mí siempre era algo muy físico. Ahora esa intensidad se interiorizó o algo así, se mudó a mis sueños, pensamientos e imaginación.
En mi cuerpo los cambios son inmensos, de horas de movimiento a horas de silla y computadora, tengo dolores que nunca tuve y la dinámica de cansarme y descansar está trastocada.
Aunque sigo levantándome al alba y durmiendo temprano, quizá como el último gesto que quiere resistir a la vida que es otra.
Apuntes de clases (272)
Anoche soñé con el río,caminaba por los bordes del río. Durante el día había visto distintas filmaciones de la bajante del Paraná y el trayecto que alguien hizo en moto por lugares donde antes había agua.
Todavía con las sensaciones del sueño leí a Alejandro, escribió que en Misiones se usa lloviznar como sinónimo de cortejar, y puso la expresión: “Marce le anda lloviznando a…”
Parece que en Misiones el agua y el amor están conectados.
Me acuerdo una vez que tomé una clase, la profe que la daba relataba como somos de agua;me costaba imaginarme de agua, sentirlo, me recuerdo moviendo mi lengua dentro de mi boca, yendo al agua que tenía más a mano, pero igual no lograba entrar en esa experiencia que proponía.
No sé de qué elementos estoy hecha.
A veces siento mucho la presencia del aire, cuando mi cuerpo cambia de forma mientras respiro, otras siento lugares de mi cuerpo como piedras, muchas veces en las exploraciones corporales he sentido que mis límites se desdibujan.
Cuando empezó la cuarentena sentía muchos impulsos de movimiento que no podían desplegarse.
Imaginaba que salía corriendo, cuando casi nunca corro.
Ahora me pasa que no quiero salir como antes, creo que mi cuerpo se fue habituando y aunque extraño muchas cosas, de a poco todo se vuelve confuso, difuso voy perdiendo el registro de cómo hacía para moverme y trasladarme todo el día.
Apuntes de clases (271)
Murió Nancy Stark Smith.
Siempre pensé que cuando sea grande quería bailar como ella.
Recuerdo. la primera vez que la vi, era al aire libre en un jam que se había improvisado en el pasto alrededor de la universidad de Oberlín.
Ella estaba estirando antes de entrar al círculo a bailar, tenía un pantalón de chifón bordó y una remera de mangas largas blanca.
Era una bailarina preparándose pero para mí era como estar ante una aparición. La había visto bailar tantísimas veces en videos, había escuchado relatos sobre sus clases y su danza, pero ahora estaba ahí en una ronda para bailar entre muchos de los que ahí estábamos.
Recuerdo que cuando bailamos yo me sentía torpe y que no estaba a la altura, aunque la altura de mis ideales siempre me dejan en esa posición.
Su trenza era una extensión de su cuerpo, a veces la abrazaba, otras la arrojaba salvaje en la velocidad del movimiento.
La segunda vez que la vi fue hace nueve años, vino a Buenos Aires a dar un seminario con su pareja el músico Mike Vargas.
Su trenza había encanecido, su presencia seguía siendo muy intensa y tranquila a la vez.
Recuerdo que la percibí más humana que aquella vez,quizá porque yo ya no era aquella joven que viajaba por primera vez en busca de algo que no sabía bien qué era pero que me impulsaba con fuerza.
Disfruté mucho del seminario, pero lo que vuelve con insistencia son dos escenas: una la charla que compartimos en un living, allí nos contó muchas historias, del contact, de la revista que editaba, de su vida; era una charla muy íntima era generosa como para mostrarse vulnerable, con incertidumbres, como una mujer común capaz de sostener una gran pasión.
Lo otro que recuerdo es cómo se miraban con Mike y cómo él le tomó la mano y le dibujó un corazón con su birome.
Apuntes de clases (270)
Había leído a Sergio, que decía que le causaba un poco de envidia la gente que podía narrar su vida como una historia, gente que vivía como en una línea recta, me gustó su tono, no se burlaba y agregaba que a él se le había caído su caja de crayones formando un mapa extraño.
Hace días insisten dos pensamientos.
Uno: me preocupa a dónde fueron las trayectorias y los traslados que hacía.
Si cada uno de nosotros revela el espacio con su cuerpo y cada uno de nosotros no se está trasladando, creo que el mundo va desapareciendo a medida que pasan los días.
Dos: esas trayectorias en vez de desenrrollarse, desplegarse y manifestarse, se introyectan, y entonces el problema ya no sería la escasez, sino el exceso.
Mi cuerpo estaría rebalsando de esos caminos sin recorrer.
Apuntes de clases (269)
Mi papá me mandó un mensaje diciendo que estaba limpiando el cuartito del fondo, que si mi hermana o yo queríamos el proyector y las diapositivas.
Me contó que el proyector se lo regaló mi abuelo Titi, hace cincuenta años, me dijo que le daba impresión decir cincuenta años.
Ahora que pienso, más que decirlo, le debe dar impresión que pasaron cincuenta años.
Entre las diapositivas familiares hay, según me dijo, unas de expresiones faciales, como unas postales que ya me regaló; me dijo que quizá me sirvan, no sé a que se refiere, pero quizá tenga razón. Le dije que quería las diapositivas y el proyector.
Pensaba en los colores que deben tener esas diapositivas, las imagino con poca luz, medio naranjas y en los colores de las postales que ya me regaló, son todas en blanco y negro, casi todos primeros planos de rostros.
Ayer le mandé una foto a Leti en la que está muy parecida a mi sobrino, yo tengo seis o siete y ella cuatro años menos, estamos sentadas en unas sillitas que eran de nuestra pieza, junto con una carpa que era como una casa.
Nuestra casa dentro de la casa.
En la foto estamos sentadas frente a un arbolito de navidad,ella aún tenía rulos rubios, y yo un flequillo espeso, tengo puesto un collar con cuentas de un juego que me habían regalado a mí o a ella, eso que se les regalaba a las niñas en ese momento.
Apuntes de clases (268)
En una de estas noches extrañas, me desperté a la madrugada y vi que Renato me había mandado un video de Milton Nascimiento cantando Hello goodbye y me preguntaba si me acordaba.
Claro que recuerdo, recuerdo y olvido.
Mi memoria a veces es fija, me refiero a cómo un recuerdo está ligado a otro y a otro.
Por ejemplo: cada vez que paso por la esquina de Urquiza y Rodriguez me vienen dos recuerdos: uno una charla que tuvimos con mi amigo Federico sentados en esas salientes de material que están frente al taller, otro una carta que le escribí a otro amigo que vivía por Rodriguez.
Paso bastante por esa esquina cuando vuelvo del trabajo, ¿se desligarán esos recuerdos en algún momento de esa esquina?
Ese es un ejemplo de asociaciones fijas, un lugar que enseguida desencadena esos mismos recuerdos.
Pero mi memoria también se mueve, mi pasado cambia a medida que vivo.
¿Qué recordaremos y olvidaremos de este tiempo de peste?
La cuarentena trajo una restricción muy fuerte sobre el espacio, sobre el movimiento, los traslados, el espacio público.
Hay momentos del día que me falta el aire, subo a la terraza o me tiro a respirar.
También siento un poco de desorientación espacial, imagino a mis propioceptores recalculando, quizá extrañen las trayectorias y el aire libre.
Creo que la desorientación viene también por la brusca pausa, por el silencio.
Ayer pensaba que los pájaros también deben notar este cambio, en mi cortada se los nota ganando espacio, bajan más al empedrado, ganaron la calle.
Apuntes sueltos
Estoy releyendo un cuaderno que empecé unos días antes de que empezara la cuarentena y terminé este finde.
Escribí en reuniones plenarias, de capacitación en Esi, del área de expresión corporal y ya en cuarentena en las primeras semanas las charlas y clases que empecé a tomar y a dar por zoom.
Rescato estas anotaciones:
Protección integral de las infancias y adolescencias de objetos de tutelaje a sujetos de derecho.
¿Hay solo cuerpos de mujeres y varones?
La mirada del mercado hacia una niñez standar.
La discapacidad como un problema de velocidad.
La nave de los locos.
¿Qué estereotipos reproducimos a través de la historias que elegimos contar?
¿qué cuerpos no están siendo considerados?
¿algo puede existir sin espacio?
¿la argumentación cambia las cosas?
Abandoné los últimos planes que tenía.
Ejercicio es diferente a experiencia.
El problema como lo más propio.
Frase de una niña:me doloré la cabeza.
Dónde está el deseo en nuestras prácticas? ¿qué nos mueve?
¿cómo hacer comunidad en acto?
¿cuándo se terminará el invierno para mí?
Un apunte suelto
Hay una publicidad que escucho todos los días en la radio, empieza así: » no aflojes, no aflojes, no aflojes, no aflojes….».y después habla sobre el esfuerzo de quedarse en casa en la cuarentena.
Voy a escribir esto así dejo de protestarle a la radio cada vez que la escucho.
Entiendo la idea que quieren transmitir, pero decir no aflojes para mí es tan terrible como decir: no exhales, no descanses, no estés triste, no decaigas.
Es necesario y vital aflojar, para tensar, aflojar para dejarse sostener por el piso, aflojar para ver qué aparece, aflojar para rendirse, aflojar para resistir.
Creo que se puede aflojar y quedarse en casa, si la idea es seguir un tiempo más adentro, me gustaría escuchar consignas más amorosas, más sensibles a lo complejo de estos tiempos.
Otro apunte suelto
Hoy escuché dos charlas intensas, una la que está dando todos los lunes Carlos Skliar y otra la de David Le Breton.
Comparto algunas anotaciones.
¿Cómo pretender que todo sigue igual?
¿Es posible permanecer intacto ante la ausencia del otro?
Desaprender » la vida hacia adelante» para mirar la vida hacia los lados, los bordes.
¿Cómo serán los besos después de todo esto?
¿Cuáles serán las huellas que dejará esta pandemia?
El temor al contacto, al aliento del otro.
¿Qué pasará con la «resistencia humanistica » que aparece ahora?
Toda conversación se inicia con un silencio.
La hospitalidad.Hospedar qué le pasa a los otros.
Apuntes de clases (267)
Ayer tomé un seminario de Laban con Matías Etcheverry.
Tuve unos sueños impregnados de la experiencia, en uno le explicaba a una amiga que no baila que a nosotros nos desvela el espacio.
Estuvimos hablando mucho acerca de qué era el espacio.Nos pidió que tratemos de pensar en sus elementos por fuera de la experiencia.
¿Qué conforma el espacio?
Compartí que cuando trabajo con niños no uso la palabra espacio, les hago referencia al salón, a la casita, al lugar que hayamos definido como nuestro espacio.
Una niña una vez que dije bailemos por el espacio, me dijo si el espacio era el lugar entre los planetas.
El espacio de la fantasía.
Cuando Matías escribía los elementos del espacio, me empezó a inquietar una pregunta: ¿algo puede existir sin espacio?.Me dí cuenta que una de las maneras en las que aprendo es a través de preguntas.
Una compañera habló de cómo puede perderse el espacio propio.
En un momento después de movernos nos pidió que dibujásemos nuestro cuerpo, el contorno, de frente y de espalda. Después de ese primer dibujo, nos invitó a que remarcáramos, modificáramos, pintáramos zonas, escribiéramos.
Una vez más dibujar después de la experiencia es revelador.
Durante la clase muchas veces repitió: razonar con el cuerpo.
Me quedé resonando con mi contorno, en mis límites, en mi espacio.
Entre los sueños de anoche, en la charla con mi amiga a parte del desvelo por el espacio, le decía que el amor sucede en los contornos.